miércoles, 16 de julio de 2008

JESUS BAJÓ DE LA CRUZ EN ESTADO DE COMA

A ENTREVISTA CON MIGUEL LORENTE, MÉDICO FORENSE

Partiendo de las marcas de la sábana santa y los testimonios históricos de la crucifixión de Jesús, Miguel Lorente (Serón, Almería, 1962) se atreve con uno de los mayores desafíos que se haya planteado la medicina legal: reconstruir con ojos de forense aquellas horas cruciales. La pesquisa, 42 días (Aguilar), aporta un dato que traerá cola: Jesús no murió en la cruz.

--¿Cómo surge este reto?
--Desde que soy forense he pensado que ciertos hechos de los Evangelios podían tener una explicación más razonable que el milagro. Más tarde, cuando trabajé en el FBI por temas del ADN, recopilé información sobre la sábana santa, que es un objeto fascinante para un forense. De ella partió mi curiosidad científica.

--La sábana es su prueba de cargo.
--Es el único documento que estuvo presente en el lugar de los hechos. Nunca estaremos del todo seguros, pero hay pruebas científicas que confirman que es verdadera. Se dice que es 82 millones de veces más probable que la sábana sea real que lo contrario. Me remito a esas pruebas para darla por auténtica.

--Y esa sábana es un libro abierto en manos de un forense.
--Es lo que me permite afirmar que Jesús bajó vivo de la cruz, porque en ella hay signos de vitalidad y ninguno de mortalidad.

--¿En términos forenses, qué sufrió Jesús en la cruz?
--Un shock traumático, con un componente hipovolémico por la pérdida de sangre, y posiblemente un edema pulmonar. El Evangelio de san Juan dice que del costado le fluían agua y sangre. Era líquido pleural, y le salía por la herida que le causó la lanza que le clavaron para ver si estaba muerto. Pero la forma de esa lanzada, en bisel desde abajo, no lo mató. Sufrió un coma superficial, aunque le dieron por muerto. Por eso no le partieron las piernas, lo que se solía hacer. Tras bajar de la cruz, recobrar la horizontalidad le devolvió oxígeno al cerebro.

--Sigamos con el informe forense. ¿Qué pasó después?
--En el sepulcro lo lavaron, algo que es evidente, porque solo así se pudo obtener la imagen tan nítida y limpia que ofrecía la sábana. En las escrituras se afirma que Nicodemo llevó 50 libras de mirra y aloe para lavar el cuerpo, sustancias con poder curativo y analgésico. En ese momento debió de ser cuando vieron que estaba vivo y lo rescataron. Para los creyentes hubo resurrección, pero científicamente pudo darse una resucitación, que es un fenómeno habitual. Hay manuales de resucitación para accidentes de tráfico.

--¿Qué pasó a los 42 días?
--Tras aparecer ese domingo, el cuerpo no fue visto hasta el día 42, cuando se produce la ascensión. No sabemos si el relato de esa ascensión se refiere a la verdadera muerte de Jesús, o a partir de ahí desapareció de la vida pública. Lo cierto es que el cuerpo que estuvo en contacto con la sábana santa estaba vivo. Pudo morir a los 42 días por las heridas de la cruz, pero no murió en la cruz.

--¿Qué consecuencias religiosas tiene esta conclusión?
--Una cosa si quiero dejar clara: ni el tono de mi libro ni mi intención buscan atacar a nadie. Si acaso, debería servir para no enfrentar la ciencia con la creencia, que son planos diferentes. Ni la religión puede utilizar lo que no explica la ciencia para decir que es milagro, ni la ciencia puede dedicarse a tirar por tierra los sentimientos religiosos con demostraciones. Nadie dejará de creer en lo que crea por leer este libro.

--Pero choca con dogmas de la Iglesia.
--Si el dogma dice que Jesús resucitó, mis análisis me dicen que no, porque no murió. La cuestión es: ¿por qué volvió de ese coma? ¿Un milagro? Vale, pues fue ese milagro lo que dejó esa huella en la sábana, yo ahí no entro.

--¿Usted es creyente?
--Sí, en cuanto que comparto unos sentimientos que me acompañan desde pequeño. Son las referencias con las que crecí. Puedo criticar a la Iglesia en muchas cosas y no compartir sus planteamientos, pero ese sentimiento profundo lo conservo.

--¿Y ese sentimiento lo toca algo su investigación?
--No. El científico, especialmente el forense, debe saber dejar a un lado sus sentimientos, su fe, su ideología y sus creencias cuando está ante una actuación profesional. Si no, cuando estás viendo a un maltratador, te pueden entrar ganas de manipular el informe para que vaya a la cárcel. Así no trabaja un profesional.

--¿La forense es una ciencia exacta?
--La ciencia no demuestra la verdad, sino lo verificable, y llega a conclusiones con los instrumentos que tiene al alcance. Cuando investigué la muerte de Blanca de Navarra y el Príncipe de Viana, se me acusó de reescribir la historia. No es cierto: yo sigo escribiéndola. El tiempo es una palada de tierra que se arroja sobre los hechos y los trata de tapar, pero la tecnología nos permite desenterrarlos. Para un forense, el pasado solo es una fase del presente.

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