lunes, 8 de noviembre de 2010

MERCADERES EN EL TEMPLO



Si el Papa fuera el auténtico representante (que no comercial) de Jesús en la tierra debería haber aprovechado su visita de ayer para:
Denunciar las maniobras del capitalismo para devolver a la humanidad a la era de la esclavitud.
Denunciar la especulación criminal que una vez estallada la burbuja inmobiliaria se ceba ahora en las finanzas y en las materia primas.
Exigir el fin de las hambrunas en el mundo, el fin de las guerras fratricidas incitadas por las grandes empresas mineras y petroleras para adueñarse de los recursos de África y de la Amazonia.
Poner en evidencia con nombres y apellidos a todos aquellos que contaminan la tierra, envenenan el aire y las aguas, destruyen la biodiversidad con semillas transgénicas y se inventan nuevas enfermedades para hacerse aun más poderosos.
En una muestra de amor a todos los hombres, debería reclamar la igualdad de todos ante la ley, mujeres y hombres, sin distinción de sexo, religión ni orientación sexual, exigiendo las mismas oportunidades y obligaciones para todos los seres humanos.


En defensa de la vida humana, deberia haber exigido que nadie se viera en la obligación de abortar, que la sociedad, la iglesia y el estado le dieran todas las facilidades ayudas y soluciones para evitar uno de los mayores traumas que puede sufrir una mujer 


Siguiendo el ejemplo de Francisco de Asìs, debería habernos recordado que los animales son nuestros hermanos y todos somos hijos de la madre Tierra, y como a tales deberiamos amarles y respetarles.
Pedir perdón públicamente y tomar medidas drásticas para que jamás se vuelvan a producir hechos tan execrables como el abuso de menores, la inquisición, y la colaboración con las dictaduras genocidas, algo cotidiano  desde el concilio de Nicea.
Y para dar ejemplo de ello, eliminar la obligatoriedad del celibato, permitir el sacerdocio de la mujer y el acceso a las máximas responsabilidades incluida el papado, romper sus relaciones con la banca y repartir todos los activos del Banco del Vaticano entre los más necesitados.

Quizás entonces, Jesús hubiera descendido sobre el altar de La Sagrada Familia y nos hubiera bendecido a todos, porque si hubiera bajado ayer, hubiera expulsado a latigazos a todos los mercaderes que se agolpaban en el templo de su padre.
JUANMAROMO

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