sábado, 9 de enero de 2021

EL GENERAL INVIERNO

 




Se fueron renos y camellos y nos dejaron las calles llenas de boñigas y los contenedores repletos de cartones, los estantes ya no soportan librerías, ni vinilos, están huérfanas de música y literatura, trasteros de artilugios que se olvidan a los cuatro días de haberlos comprado. Abres la ventana de la caja tonta y te conduce hacia ese mundo ficticio que ellos llaman realidad pero que es tan solo el telón tras el que esconden un mundo en bancarrota. La navidad ha caducado y el general invierno afila sus fauces espectrales.

Eros ha muerto, Marte impera, pero aun estamos a tiempo de encender la lumbre en nuestros hogares, tomar un libro entre las manos y acariciar sus páginas, de sentarnos en nuestra butaca y compartir con los nuestros esa música que un día nos unió y que teníamos olvidada. El confinamiento no tiene porque ser una prisión, puede ser una oportunidad de profundizar en nuestras almas, de recuperar un tiempo perdido y unos placeres que creíamos olvidados, de abrazarnos entre las sábanas de la ternura y viajar hacia ese tiempo en que nuestra piel era un lienzo compartido. Recuperemos el placer de una mesa servida con amor, la liturgia de un brindis mirándonos a los ojos, de esas caricias con los pies descalzos por debajo del mantel.
Por mucho que la vida nos quiera imponer sus escenarios, nosotros podemos reescribir el libreto y hacer de la existencia una obra de arte, nos va la vida en ello.
Ilustración de Mara Ángeles Palomo

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