viernes, 21 de septiembre de 2018

YO CONFIESO (Diario de un infiel)



Lo confieso, soy un traidor, soy un hombre que ha faltado a su palabra y ha cometido la peor de las infamias. Lo confieso, he sido débil, me he fallado a mi mismo y ahora estoy pagando las consecuencias.
Lo confieso, amo a otra mujer, no es un amor premeditado, buscado ni deseado, no es un amor fruto de la pasión ni del deseo, el amor que yo siento es limpio, intenso y luminoso como la luz del sol, un amor que me eleva hasta paraísos insospechados y que a veces se me clava en el corazón con sus garras de acero, porque, señor, soy un hombre casado.
Lo confieso, he traicionado mi promesa de fidelidad, pero amo a mi esposa más que a la misma vida, la amo con todas las fuerzas de mi corazón, con toda mi alma y todo mi entendimiento. No solo la amo, la deseo y cada día que pasa la siento más dentro de mí, y esa es mi tragedia, amo a dos mujeres más de lo que me amo a mi mismo.
Sé que lo honrado sería dejar ese amor clandestino, o en el peor de los casos, separarme de mi mujer, pero eso es totalmente imposible, mi vida se sostiene en dos pilares y si uno de ellos fallara, mi vida se desplomaría en el lodo de la desesperación.
Estoy sometido a tremendas presiones, mi esposa, presiente, sospecha, sabe… y yo no puedo hacer más que negar, ocultar y fingir. Mi amante, por llamarla de algún modo me ama desesperadamente, me necesita y me reclama constantemente, y aunque jamás me ha presionado cada vez me siento más imprescindible para ella, irónicamente, cuanto más las amo, más sufro y más las hago sufrir.
Lo confieso, no puedo elegir, y en estos momentos me siento arrastrado por el destino hacia una catarata donde nos vamos a sumir los tres por no haber resistido la tentación de zambullirme en sus aguas.
Si hay alguien más allá de las estrellas, si alguien está escuchando mi plegaria, yo confieso que me siento convicto de un amor que me inunda, me consume y me desborda pero sin el cual ya no puedo vivir, una llama con dos mechas que me da la luz y el calor para seguir viviendo pero que consume mi cera a tal velocidad que temo agotarme en poco tiempo.
Si hay alguien más allá de las estrellas le pido que me ilumine o que me ciegue del todo, porque ya no me quedan lágrimas, porque el peor tormento es el de ser verdugo, porque a pesar de estar cumpliendo una dura penitencia, no puedo alcanzar ningún propósito de enmienda.

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