viernes, 21 de septiembre de 2018

CIGARRAS, HORMIGAS Y LEGULEYOS




Hace años que se vienen produciendo casos de apropiación traumática de viviendas ocupadas legalmente por propietarios o arrendatarios, que al volver de vacaciones se encuentran con las puertas en las narices.
Puedo entender que se ocupen viviendas vacías o locales en proceso de derribo, pero tomar al asalto una vivienda que es el hogar de una familia es un atraco con allanamiento de morada.
Imagino que si la ocupación las sufrieran esas “señorias” que legislan a favor de los delincuentes y que ponen un Euro de fianza a los invasores, al momento enviaban a la policía judicial para proceder al desalojo, pero como a ellos no les atañe, pueden alegar los razonamientos más peregrinos para perpetuar el expolio.
Ningún razonamiento puede justificar que una familia que paga su alquiler, empadronada y con un contrato legal, pueda ser expulsada por unos señores que aprovechando unas vacaciones, revientan la puerta, cambian la cerradura y se apropian de la vivienda, ¡Ni Kafka hubiera escrito algo así!.
Que la justicia está cada vez más lejos de ciudadano, está en boca de todos. La presunción de inocencia y a protección del desamparado, ha sido utilizada por delincuentes y desalmados para robar, estafar y okupar impunemente. El contribuyente cada vez se siente más desamparado ante la ley y esto es muy peligroso, porque los instintos fascistas y xenófobos están esperando su momento para saltar a la calle, y los jueces se lo están poniendo demasiado fácil.
El derecho a un hogar digno que recoge la constitución, no se resuelve asaltando la casa del vecino, sino mediante una política de viviendas de protección oficial y de alquileres regulados por el estado, todo lo demás no hace sino fomentar la percepción de impunidad del delincuente, y el desencanto y crispación de una saciedad que cada vez se siente más atraída por ciertos postulados fascistas que grupos interesados se encargan de instigar.
Legisladores y jueces tienen la culpa de este caos legal que se está produciendo, cuando la justicia brilla por su ausencia, no queda otra solución que tomarla por nuestra mano con todo lo que ello conlleva.
Duerman tranquilos señorías, y esperemos que un día las masas enfurecidas no vayan a lincharlos a Ustedes.

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