sábado, 11 de agosto de 2018

SI LOS HOMBRES PARIERAN.....



El aborto no es un derecho, ni un conflicto político ni un tabú religioso, el aborto es una realidad desde el origen de los tiempos, un tragedia a la que algunas mujeres, por diversas circunstancias se ven abocadas, un infierno en el que muchas acaban pereciendo por culpa de una legislación judeocristiana que sigue imperando en muchos países, entre ellos Argentina. El aborto clandestino es el delta de un río de amargura, un torrente de despropósitos en el que la mujer es sujeto agente, paciente y doliente, es el resultado de un estado que se desentiende de sus obligaciones y que condena al feto y a la madre a una muerte previsible y evitable. ¡Ojala ninguna mujer se viera en la disyuntiva de abortar! pero si la sociedad no les otorga ninguna alternativa y optan por interrumpir el embarazo, todas deberían tener los mismos derechos.
La penalización solo afecta a la mujeres sin medios económicos, la hijas y esposas de los legisladores antiabortistas tienen sus clínicas privadas dentro o fuera del país donde descargar sus vientres y sus conciencias, son las hijas del pueblo las que pagan con su sangre y con su vida sus errores y sus "pecados" para escarmiento de unas y regocijo de otras.
El estado debe asegurar la vida, la salud y el bienestar de los ciudadanos por encima de credos y de razas, el aborto no se elimina con leyes y prohibiciones, se evita con educación sexual desde la escuela, con formación integral de la persona (hombres y mujeres) y con alternativas que ofrecer para que las madres con dificultades sociales o económicas no se vean abocadas a tan terrible dilema. Siempres se habla del aborto como una cuestión que afecta a la mujer, pero no olvidemos que ese embarazo no deseado tiene un autor, un agente que en su caso, debería tener responsabilidad legal y penal al mismo nivel que la embarazada. En el fondo, su prohibición es un estigma dogmático y machista. Si los hombres parieran, el aborto sería un sacramento.

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