lunes, 7 de marzo de 2016

EL RUIDO QUE NO CESA

 Barcelona ha sido tradicionalmente un ciudad abierta y permisiva, su clima privilegiado, su situación geográfica entre el mar y los bosques mediterráneos, la belleza del trazado y sus edificios singulares han hecho de ella una de las ciudades turísticas más importantes del mundo, pero esta permisividad está siendo aprovechada por grupos incívicos que pueden dar al traste con el esfuerzo de muchos años.

Cientos de motoristas contaminan acústicamente nuestras calles con sus máquinas petarderas sin que nadie haga nada por evitarlo. Una moto con el escape incontrolado, es capaz de afectar en pocos minutos el sistema nervioso de miles de personas y son causa de arritmias, estrés e insomnio entre la población, la propaganda municipal nos habla de control y concienciación, pero no hay más que salir a la calle para comprobar que todo eso es pura entelequia, en cinco minutos, soportará usted el estruendo de docenas de ciclomotores, mientras la guardia urbana se dedica a multar coches mal aparcados.

Uno de los grandes inventos de Barcelona ha sido el "bicing", un servicio de recogida y entrega de bicicletas a lo largo de toda la ciudad, que permite trasladarte por carriles exclusivos de un extremo a otro sin contaminación y a un precio ridículo, pero un elevado número de usuarios incívicos, circulan por las aceras a gran velocidad atropellando a persona mayores o con problemas de movilidad, de momento nadie a actuado contra esta plaga.

Y por último tenemos a los skateboards que infectan el centro de la ciudad , en especial los alrededores de museo de arte contemporáneo, jóvenes venidos de todo el mundo utilizan plazas y calles como pista de entrenamiento con sus monopatines, causando múltiples accidentes ante la pasividad de las guardia urbana que se limitan a advertirle que tengan cuidado y dejando que el circo continúe.

Los actos vandálicos del día 29 deberían despertar a nuestras autoridades autonómicas y municipales del letargo en el que están sumidas , no se puede consentir que unos cientos de inadaptados, gamberros y vándalos se concentren durante dos días en un edificio la Plaza de Catalunya para planificar altercados mientras jueces y políticos se pasan la pelota candente. Los cientos de miles de euros en desperfectos causados en mobiliario urbano y establecimientos comerciales saldrán de los bolsillos de los de siempre.

Si en verdad existiera la justicia, deberían descontárselos al juez que no autorizó el desalojo, y a los responsables de interior, que no acordonaron la zona actuando en cuanto salieran de sus madriguera. Mientras tanto, el responsable segundo de interior, estaba de huelga en Girona, una acto que demuestra la facilidad con que algunos altos cargos que olvidan sus responsabilidades para dedicarse a hacer propaganda panfletaria.
 
La libertad es algo tan precioso que debemos protegerla de aquellos que utilizan su nombre para destruir, amedrentar y saquear, porque de lo contrario acabaran tomándola como rehen.
Jose Luis Posa

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