lunes, 30 de mayo de 2011

CON LOS OJOS ABIERTOS


Ayer me sentí el hombre más afortunado del mundo, mientras yacíamos enroscados como dos serpientes haciendo el amor, nuestras almas se miraban a través de tus ojos y se fundían en un beso intangible pero ardiente. El beso es quizás la más íntima de las caricias, más aun que el coito, porque se une dos alientos, dos corazones, dos almas, cuando por primera vez nuestros labios comulgaron, supe que jamás podría desprenderme de tu abrazo.
Cronos detuvo su camino y se quedó mudo viendo nuestros lances, contemplando absorto dos cuerpos que se tejían el uno en el otro para formar un solo cuerpo, el cuerpo más hermoso y perfecto de la creación, un cuerpo completo formado por mujer y hombre unidos en su esencia por el cordón umbilical de un amor supremo.
Pero celoso de tu belleza al no poder poseerte, batió sus alas implacable y nos devolvió al destierro, el sueño acababa y había que regresar al mundo real...
Mi piel ha perdido su olor de siempre, todos mis poros rezuman tu aroma y esta noche me he despertado lamiendo mis manos que aun conservan el sabor de la tuyas.
Mientras mi lengua libaba tu magnolia hasta hacer estallar tu polen en el aire, me sentía Eros en brazos de Afrodita. He tenido sueños muy hermosos, pero ninguno tan bello como el que soñé ayer con los ojos abiertos. 
Sabía que te amaba, pero hasta ayer no podía sospechar cuanto...

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