viernes, 27 de mayo de 2011

BOCA A BOCA


Emma Riverola
¡Buenos días!, saluda con una sonrisa como cada mañana. De camino a su despacho responde un par de dudas, hace una broma y se prepara un café. Sobre su mesa, la prensa del día. Observa los titulares y se da cuenta de que hace meses que apenas lee nada. Le da exactamente igual quién ha ganado las elecciones. Su mundo se ha constreñido a las cuatro paredes de su empresa. Cada vez más frágiles, cada vez más agonizantes.

Todo lo que ha conseguido en dos décadas de esfuerzo se está esfumando en dos años infernales. Las reservas se agotan. Treinta y cinco familias dependen del momento en que él decida bajar la persiana. Treinta y cinco personas que pasarán a la cuenta de los cinco millones. Pasa las páginas del diario con gesto mecánico. Su mirada se detiene en las imágenes de las plazas y, de repente, se siente aún más agotado e inútil. Exhausto de dejarse el hígado para nada. Él solo quiso trabajar en lo que le gustaba. Y durante años lo consiguió. Ahora todo se desvanece. Para los acampados, él debe de ser un culpable más. Querría volver a los 20 años y estar en la plaza. Volver a soñar y a interesarse por algo más que la cuenta de resultados. Poder utilizar esas palabras que le hacen sentir bien. Tener las ideas claras. Y alguna convicción… Está perdiendo su tiempo y su dinero haciendo el boca a boca a un moribundo sin remedio. Y ya no sabe si habla de él, de su empresa o del sistema

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