miércoles, 27 de febrero de 2008

YO SOY EL SEÑOR, TU DIOS





Ayer recibí un mensaje en el que una persona manifestaba su extrañeza de que alguien capaz de colgar relatos eróticos, fuera capaz a su vez de hablar de dios … la pregunta me hizo reflexionar. ¿En qué dios debe creer esa señora que le prohíbe gozar del amor en todos sus matices? sin lugar a dudas en el dios judeocristiano, un ser “Creador y señor de todas las cosas, que premia a los buenos y castiga a los malos”, un ser implacable, vengativo, capaz de crear un infierno en el que castigar a todos sus “disidentes” por toda la eternidad. 



Pues lo siento por Ud, señora, mi dios, por llamarlo de algún modo, no está hecho a mi imagen y semejanza, es un ser , un ente, un concepto, que encarna la armonía, el orden universal. Yo formo parte de su esencia y estoy impregnado en ella, no me exige nada, me da libertad para realizarme y me regala la vida para que la administre según mi criterio. Cuando me dejo llevar por ese orden perfecto, que llamaremos bien, mi cuerpo y mi alma están sanos, mi corazón rebosa alegría y me siento parte del universo, cuando por egoísmo o equivocación atento contra esas normas, mi cuerpo se enferma, mi mente se debilita y mi corazón sufre.
Él me habla por medio de la naturaleza, me regala la belleza, la alegría, el sentimiento de comunión con la madre tierra, me dio de mamar el amor del pecho de mi madre, que lo regó con sus lagrimas para que nunca se mustiara, ese amor germinó en mi corazón, y fue creciendo bajo la mirada amorosa de mi padre, f firme pero no implacable.



 Cuando ese amor se hizo un árbol, busque una compañera con quien compartir ese universo de ternura que no me cavia en el pecho. El camino fue largo y muchas veces me perdí por atajos que no conducían a ningún sitio, otras veces perseguí alucinaciones que me condujeron al borde del abismo. Un día, cuando menos lo esperaba, me iluminó una mirada, me acarició una voz y mi corazón se levantó y anduvo, trenzó su mano con la mía y supe que dios existía, que ese sentimiento que ella me inspiraba estaba por encima de mi concepto del bien y del mal, me trascendía a mí y a mi tiempo. Y conocí el sexo como un prisma de infinitas facetas que me iluminaba cada día como un arco iris de sensaciones, sentimientos y placeres como nunca había podido soñar, y cada acto de amor se convirtió en una ofrenda a ese dios capaz de crear tanta belleza y sembrarla en mis ojos y en mi corazón.
Si, señora puedo hablar de sexo y puedo hablar de dios, porque mi dios no es el suyo, porque mi dios no exige, entrega, no castiga, corrige, no adoctrina, enseña. Mi dios es amor y armonía y no le temo, le respeto y le siento en lo mas profundo de mi ser, porque él está en mí como yo estoy en él.

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