viernes, 26 de octubre de 2018

LA PRUEBA DE FUEGO




Mañana es la prueba de fuego, he cumplido 65 años y a partir de ahora, deberé pasar un examen anual para demostrar que aun soy una persona útil, que me valgo por mí mismo y que no necesito ningún tipo de ayuda. Deberé acreditar mi solvencia económica, mi agilidad física y mental y la ausencia de síntomas preocupantes.
Hace cincuenta años, el envejecimiento de la población, obligó a los estados a alargar la edad de la jubilación y rebajar las pensiones, pero la natalidad descendió de tal manera que a los pocos años, el sistema era incapaz de afrontar sus compromisos y se declaró en quiebra.
Los pensionistas y jubilados quedaron abandonados a su suerte y las calles se llenaron de pordioseros durmiendo en los descampados y sin nada que llevarse a la boca, se clausuraron los comedores sociales y las bolsas de alimentos. Los medios de comunicación controlados por el sistema, azuzaron a la población contra nosotros, los viejos eramos los culpables de todo, habíamos generado una crisis global, y ahora queríamos vivir a cuenta del estado, habíamos despilfarrado el dinero en viajes y lujos en lugar de ahorrar, y ahora pretendíamos que los pocos jóvenes que tenían trabajo  nos mantuvieran durante decenios.
 La campaña dio sus frutos con creces, la gente empezó a evitarnos e insultarnos, incluso hubo linchamientos en plena calle, la situación se hizo insostenible. Al cabo de un año, se produjo una revuelta masiva, hubo asaltos a bancos  tiendas y supermercados que se zanjaron con miles de heridos, centenares de muertos, y un gran número de desaparecidos, las represalias fueron dantescas.
El sistema promulgó unas leyes "Para la armonización de las clases pasivas" según las cuales toda persona debería demostrar su utilidad social y su capacidad productiva,  aquel que no cumpliera los requisitos, era internado en unos "centros de reciclaje" para poder adaptarse a la nueva era, pero lo cierto es que nunca nadie volvía a verlos, cada noche, la policía efectuaba redadas, y los camiones de la basura, recogían a todos aquellos que encontraban durmiendo sin un techo, las ciudades se quedaron desiertas y ateridas.
Revisé mi cuenta corriente, tenía dinero para unos meses, me había preparado en un centro de entrenamiento para pasar las pruebas físicas y psíquicas y me encontraba en lo mejor de mi vida pero tenía miedo.
Se rumoreaba que las pruebas eran cada vez más exigentes y pocos eran capaces de superarlas así que me acosté pronto para estar despejado a primera hora, pero no pude conciliar el sueño, terribles pesadillas me atormentaron durante toda la noche. Me levante a las siete, me duché y desayune frugalmente, debía permanecer ágil y en forma para salir airoso, tres de mis compañeros jamás salieron del instituto de evaluación y no había vuelto a tener noticias de ellos.
He grabado este relato en un microchip y lo he enterrado en una caja junto a un antiguo camposanto. Ya no se entierra a los muertos, el gobierno mundial dice que se les incinera, pero los rumores apuntan a que son reciclados como un producto alimentario que forma parte de nuestra dieta diaria.
Espero que si alguien lee este documento en el futuro pueda dar fe de esta locura, porque eso querrá decir que no he superado la prueba. Que Dios se apiade de nosotros.

Barcelona 15 de Septiembre del 2.064

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