martes, 19 de julio de 2016

MÁRTIRES Y VERDUGOS



No hay regla sin excepeción, pero está clarisimo que el fanatismo no proviene de las religiones si no de la miseria y de la injusticia. Nadie que ama la vida se inmola para matar, nadie que en verdad es un creyente mata en nombre de su dios. Los que manejan los hilos, buscan las marionetas apropiadas, a unas le hablan de dios, a otras de la patria y a aquellas del rey, pero todas ellas son personajes resentidos, humillados y ávidos de venganza. Desde la cúspide de mis años recuerdo la manipùlación nazionalcatolicista, la apologia de los martires, del bautizo de sangre, de la recompensa del paraiso para quienes murieran en las cruzadas e incluso en " LA CRUZADA". Aunque el sistema no los considera terroristas, es en los Estados unidos donde más crimenes de este tipo se cometen, cada año cientos de personas mueren por disparos de francotiradores o en ataques indiscriminados a empresas o colegios, y detrás no hay nadie empuñando la Media Luna, hay un frustrado, vengativo y desquiciado dispuesto a morir matando.
Los últimos atentados en Francia, no han sido perpetrados por fanáticos religiosos (varios de ellos no eran en absoluto practicantes) si no por fanaticos del odio reclutados por quienes manejan los hilos a un lado y otro del Atlantico, nueve de cada diez victimas del terrorismo de la Yihad son musulmanes, musulmanes pacificos que como nosotros solo quieren paz y pan para sus hijos.
No les sigamos el juego, el odio es la mejor forma de separar y de justificar las guerras, en los años sesenta, los crimenes de guerra en Africa  los cometian los merecenarios a sueldo, a principio del presente siglo, ya se mataban los unos a los otros sin tener que pagar a las mesnadas, de ahora en adelante, los nuevos merecnarios no son soldados armados y entrenados  en el arte de la guerra, son psicopatas asesinos que matarian en nombre de cualquiera que justifique su odio. 
La injusticia, la incultura y la miseria son los vertederos donde fermenta esta plaga, o limpiamos la mierda o acabaremos todos pringados hasta el cuello.

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