jueves, 22 de julio de 2021

LA INTIMIDAD EN PELIGRO

 



Vivo en una casita con piscina en una urbanización tranquila y apacible, en estos días de calor insoportable, mi esposa, yo y los niños nos bañamos desnudos y disfrutamos a la vez de la caricia del sol y del beso del agua, tranquilidad, aislamiento e intimidad en un espacio propio e inviolable. Hace unos días apareció un dron volando a baja altura, no hice el menor caso, supuse que era el juguete de un niño, pero cuando la visita se repitió durante varios días a la hora del baño decidí poner remedio a la trama.

Ayer invité a la piscina a un amigo cazador y le dije que se trajera la escopeta porqué habría un trofeo decoleccionista, a los pocos minutos de baño, apareció la tarántula voladora, mi amigo apuntó certeramente y el pajarraco de precipitó sobre el césped herido de muerte. Llevaba consigo una cámara de alta definición en la que todavía guardaba alguna de nuestras fotos íntimas, la desmonté y la puse a buen recaudo.
Al día siguiente, me encontré en el buzón una nota exigiendo la devolución del dron en perfecto estado so pena de una demanda judicial, tomé la cámara y le envié alguna de las fotos robadas advirtiéndole que si volviera a molestarnos le demandaríamos por violación de la intimidad, espionaje y pedofilia, ni que decir tiene que ya no volvió a molestarnos, pero como localizamos su e-mail y sus datos personales, cada vez que nos cruzamos en la urbanización acompañado de su señora, les saludo con una amplia sonrisa a lo que ella responde sonriente con toda la buena fe del mundo.

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