Cuanto más riqueza más pobreza, cuanto más medios de comunicación más aislamiento, cuanto más comida peor alimentados, cuanto más inteligencia artificial más estupidez existencial, cuanto más programación en la enseñanza más analfabetismo funcional... El "Gran hermano" no es la pantalla gigante que predijo Orwell, es mucho más peligrosa porque la llevamos en nuestros bolsillos y de tanto adorarla acabamos tatuándola en el alma.
Las redes sociales se han convertido en vertederos emocionales en donde se arroja el odio, la envidia y la ignorancia supina a toques de likes cuartelarios. No se si alcanzaremos el futuro, pero si nuestros descendientes se recuperan del autismo emocional y social y consiguen recuperar la lucidez, a buen seguro que juzgarán este agujero negro como uno de los peores periodos de la historia, una época en que teniendo una escalera de color, rendimos la baraja ante una pareja de reyes, en que trocamos la filosofía y la literatura por telebasura y llegamos a creernos superhombres cuando apenas alcanzábamos a ser marionetas en la cuerda de un escenario truculento en el que solo nos veíamos a nosotros mismos.
"Divide y vencerás" sentenció Roma y nosotros hemos acabado divididos, vencidos y pisoteados, esó sí, nuestros cadáveres serán incinerados envueltos en nuestra bandera y bajo los sones del himno ante el que nos cuadrábamos mientras los oficiantes se suben los sueldos y preparan la siguiente remesa.
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