jueves, 18 de abril de 2019

¡ORA PRO NOBIS!




Estos días se publican miles de notas lamentándose de la rápida reacción ante el incendio de Notre Dame y la pasividad ante la muerte y la miseria de millones de personas, pero es fácilmente explicable. Los grandes monumentos de la humanidad los consideramos "nuestros" aunque jamás los hayamos visitado, sin embargo un bosque o una selva como la Amazonia con sus nativos incluidos, son algo "extraño y lejano" que pensamos que no nos incumbe. La catedral se reconstruirá en tres años, pero un bosque tarda un siglo en regenerarse, una selva es irrecuperable y una persona es irrepetible.
Hacer donaciones públicas para la reconstrucción, es una forma de hacerse publicidad y de evadir impuestos, pero ayudar a los millones de refugiados por el hambre y la guerra no vende porque los genocidios son invisibles para la sociedad que los ignora. Me duele la destrucción del templo, pero me duele mucho más la pasividad ante la catástrofe humanitaria que están causando nuestras multinacionales, es muy fácil hacer demagogia en estas situaciones, todos somos hijos de los mismos padres ancestrales, todos somos hermanos ante la madre tierra, pero la historia de Caín y Abel se repite a nivel de pueblos y naciones y puede que un día, las lágrimas de Gea se conviertan en un nuevo diluvio, del que solo se salven la torres de esas catedrales que antepusimos a nuestros hermanos.

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