jueves, 11 de agosto de 2016

MI AMIGO CHISPAS



Yo nunca tuve un perro pero en el pueblo cada verano me esperaba Chispas. Chispas era un perro pastor, nos acompañaba al campo corriendo delante de mulas y caballos, cazaba serpientes y defendía los corrales contra la zorra, pero sobre todo era un amigo, jugaba conmigo, me guiaba y me protegía.
Cuando regresábamos a Barcelona, corría como un loco detrás del coche mientras yo lo despedía entre sollozos desde la ventana trasera, y cuando volvíamos, al año siguiente, salía a recibirnos y saltaba y cantaba, porque en verdad cantaba, de contento. Un año, el camino de San Juan permaneció mudo, Chispas se había escapado a otro pueblo mucho más grande y luminoso a jugar con los querubines.
Han pasado sesenta años, pero todavía le recuerdo cazando moscas a bocados o saltando a la captura de un pedazo de pan tirado por los aires. Seguramente un día me encontraré con él, le buscaré en la despensa de la abuela Dorotea un trozo de chorizo y le diré a voz en grito !CHOOOO, CHISPAS!.

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