sábado, 15 de agosto de 2009

Estoy agotada de vivir al borde de los suspiros,


se extinguió el cielo blanco de nubes

que protegía nuestros besos,

no somos mas dos anónimos amantes

viviendo un invisible romance.

Un trueno inmenso de quimeras

a despedirnos nos urge.

Tus labios se han cerrado como bares en madrugada,

tu risa ya no cae como hielos sobre vasos plenos

y las promesas de amor

no son más que un par de copas sucias

y es entonces que el dolor enardece mi alma.

Me veo recargada sobre el horizonte

como un ave Fénix

y recuerdo tus manos en las tinieblas de mi piel

y sufro,

e invento pecados,

torturas de amor con máscaras y látigos

y vuelvo a ser aquella generosa tierra

–donde tocas florezco–.

Me odio por amarte

por añorar tus húmedos labios,

acudo al recuerdo de tu sexo,

y caigo muerta sobre la cama

por las escaleras muerta ruedo,

vago por los senderos muerta

al mar muerto llego

y muerta me quedo en el fondo del océano.

¿Para qué amarte tanto?

Muchos años perfumé tu cuerpo,

mil espinas feroces quité de tu alma,

desterré febriles lluvias de tus ojos,

y mis caricias se extendieron

como trigo sobre tu piel de aurora.

Cuánta, cuánta lluvia ha caído desde aquella vez

que caminamos al muelle del olvido.

Hoy una brizna de niebla duerme en tus ojos

destruyendo la noche en la eternidad de mis sueños.

LINA ZERÓN


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