jueves, 2 de abril de 2009

HE VIVIDO EL INFIERNO




Hace unos años se apagaron las luces, empecé a despeñarme por una pendiente sin fin, rodando entre zarzas y pedruscos hacia el más vacio de los vacios. Fue algo súbito, inexplicable. Quizás las piernas se me doblaron bajo el peso del sufrimiento y dejaron de sostenerme, fue una caída eterna y dolorosa, pero sobre todo aterradora.
Nunca he tenido miedo a nada ni a nadie, he mirado cara a cara a la vida y a la muerte, pero hubo un punto en que algo se quebró en mi alma, y toda mi estructura vital se desmoronó en un soplo.
Sentí los zarpazos de miedo, cualquier cosa me aterraba, no tenía fuerzas para levantar la cabeza y un simple bordillo se transformaba en un abismo. Llegué a esconderme física y mentalmente, cuando alguien se acercaba, me daba un salto el corazón y el pánico me inmovilizaba. Rehuía los espejos, como un vampiro sin reflejo ni sombra, el futuro era un túnel siniestro donde se perdía mi vida.
En ningún momento perdí la consciencia, buscaba un arbusto donde agárrame, pero solo había hierbajos y cardos que laceraban mis manos y mi cuerpo, el abismo me llamaba con su canto de sirena varada. Sobre todo temía arrastrar en mi caída a quien más quería en el mundo, y mientras por dentro me desmoronaba, por fuera seguía con mi sonrisa de signal. Comprendí el significado de la palabra soledad, la depresión se había convertido en un agujero negro que amenazaba con abducirme hacia la nada.
Comprendí que el tiempo se acababa , así que dejé el trabajo y me sumergí en las profundidades de la mente buscando en mi interior la luz que me guiara por la senda de las tinieblas.
Fue una remontada lenta y dura, con caídas y recaídas, dos pasos hacia arriba, y otro resbalando de nuevo, pero poco a poco empecé a vislumbrar el cielo. En los momentos más negros supe que el amor era lo único que me quedaba y que solo por él valía la pena seguir luchando. Me arrastré, repté y me agarré a cardos y a quimeras, me tragué las serpientes y escupí los sapos, pero al fin mis ojos recobraron la luz y pude mirarte sin miedo a convertirte en piedra como Medusa.
Han pasado los años, pero nunca olvidaré esos meses en los que viví a las puertas de infierno, en los que la angustia se convirtió en mi amante, en los que sentí que jamás encontraría el camino de regreso.
 
JUANMAROMO

1 comentario:

CARMISVA dijo...

Juan,termino de formar parte de tus contactos, aunque llevo tiempo leyéndote y participando en algunos grupos en los que tú también lo haces.

YO TAMBIÉN BAJÉ A LOS INFIERNOS hace ya 12 años, y jamás habría podido encontrar a nadie que describiera mejor que lo haces tú, todo lo que yo sentí y viví (si se le puede llamar vivir a aquella situación).

Has hecho que lo recordara, pero también he podido recordar que lo que me prometí de no volver a caer, lo he conseguido... y seguramente tengo muchos más motivos ahora que entonces, por el deterioro tan grande y progresivo de mi salud. (Dependiente y pendiente de una Gran Invalidez -en junio del 2012 pese a haberse celebrado ya el juicio; ¡así van las cosas en este país!!-) Comento esto para justificar mi comentario de "tener ahora mayores motivos"
Remonté y no volveré a caer, espero.
Viviré junto a mis incondicionales cuantos momentos se me presenten de ser feliz, y esperaré el desenlace con la única esperanza de que el sufrimiento físico sea lo más suave posible, pues llevo pasado ya demasiado!
Pido no perder nunca el humor y la sonrisa y tener el suficiente tiempo para preparar a los pocos que mucho me quieren.
TE DESEO LO MEJOR!
GRACIAS POR COMPARTIR HISTORIAS Y VIVENCIAS.
Un abrazo.