Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.
 El aire es inmortal. La piedra inerte
 Ni conoce la sombra ni la evita.
 Corazón interior no necesita
 la miel helada que la luna vierte.
 Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,
 tigre y paloma, sobre tu cintura
 en duelo de mordiscos y azucenas.
 Llena, pues, de palabras mi locura
 o déjame vivir en mi serena
 noche del alma para siempre oscura.
Lorca
 
 
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