Erase  una vez un pequeño empresario que trabaja doce horas al día, pagaba religiosamente a sus proveedores y se  apartaba un sueldo de acuerdo a su cargo, los beneficios se reinvertían en la  empresa o se dejaban en caja en previsión de tiempos peores. Nunca solicitaba  préstamos ni dependía de la banca, como buena hormiguita que su granero  estuviera siempre bien aprovisionado.
A su  lado había otra empresa, su dueño cambiaba de coche cada tres años, marcas de  lujo, segunda residencia en la costa… pagaba a sus proveedores a largo plazo porque  así podía manejar el dinero como le  interesaba. Todo lo compraba a crédito, la maquinaria, los coches, incluso los  cruceros millonarios y los banquetes de Trimalcón en hoteles de lujo.
Pero  pasó el verano y empezó a escasear el grano, el empresario hormiguita tenía su  empresa saneada y se planteaba pasar el duro invierno viviendo de sus ahorros,  cuando llegara la primavera podría volver a recolectar para reponer sus graneros  vacios.
Pero  he aquí que su vecino cigarra, le compró buena parte de las provisiones, como  había confianza, la hormiguita aceptó unos pagarés a cuenta a cambio de su  despensa y siguió gastando lo menos posible hasta que llegara el buen tiempo.
El  señor cigarra, vació enseguida el granero, al fin y al cabo ¡Le había costado tan poco llenarlo! Como no pudo pagar sus deudas, le embargaron el  coche, el chalet y la casa, pero aún le dio tiempo de guardar parte del dinero  en un agujero para poder gastárselo más tarde.
Cuando  vencieron los pagarés, empresario hormiguita se encontró que no quedaba un Euro,  y no solo perdió todo el dinero fiado, sino que además tuvo que pagar todos los  gastos financieros. Para no morir de hambre hubo que racionar al máximo su  reducida despensa rogando a los cielos que pronto se acabara el invierno  mientras otras cigarras merodeaban por sus alrededores a la espera de robarle  los restos de su granero.
Por  desgracia esto es lo que está pasando actualmente, empresas mal gestionadas  están llevando a la ruina a otras que han sido administradas cuidadosamente  creando un efecto dominó que pueda acabar en una auténtica catástrofe. Hasta la  más alta secuoya sucumbe a la fuerza de los hachazos y al paso que vamos, nos  vamos a quedar sin bosque, sin árboles y sin hierba que llevarnos a la  boca.
JUANMAROMO
 
