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martes, 3 de enero de 2012

LA MOVIOLA



Esta noche me estaba recordando de un programa que se llamaba "La Moviola". La moviola era un videotape que permitía rebobinar y analizar una jugada para dilucidar si había sido falta o penalti en las retransmisiones deportivas.
Desde hace unos meses, la película de los avances sociales se ha ido rebobinando y retrocediendo paulatinamente, pero las nuevas medidas socio-económicas amenazan con retraernos al paleolítico superior. Un siglo de lucha, sacrificios y esperanzas, miles de muertos en combate están siendo borrados apretando la tecla del retroceso como si fuera algo inevitable, y lo que es peor es que nos lo estamos creyendo.

Estas medidas de recorte drástico en sanidad, enseñanza o investigación, estos tijeretazos en los derechos humanos, y en los derechos igualitarios no se aplican tras un cataclismo o una guerra devastadora, se aplican en época en la que sobra de todo, millones de pisos deshabitados, almacenes repletos de alimentos, y campos baldíos porque no resulta rentable su cultivo, ¿cuál es la explicación de este absurdo?.
Hasta los años setenta, el abanico salarial en las multinacionales y entidades financieras, era de 1 a 40, es decir, el presidente y consejeros delegados, cobraban como cuarenta trabajadores, en la actualidad, este margen se ha multiplicado por 20, por citar un caso en concreto, cada componente de la cúpula del Santander cobra el equivalente a 800 trabajadores.
Las grandes empresas se han dedicado al fichaje de personajes sin escrúpulos capaces de vender a su madre por un módico precio, despidos masivos para mejorar la cuenta de resultados, ingeniería financiera para evadir impuestos, y mano negra para fomentar la corrupción y obtener vía libre para sus escándalos y corruptelas.
En los años 70, los directivos de la multinacionales, pedían audiencia a los políticos, ahora son los políticos los que comen de sus manos y apenas nos dejan las migajas, ya no somos ciudadanos, somos contribuyentes, productores o consumidores y los que no cuadran en estas categorías, ya no cuentan, al productor hay que explotarlo, al contribuyente hay que exprimirlo y al consumidor hay que engañarlo, aunque se pueden hacer malabarismos con los términos.
El mundo está dominado por unos cientos de familias que controlan los mercados financieros y generan una burbuja especulativa que deja en pañales a la inmobiliaria, dinero basura que solo existe en la memoria de los ordenadores pero que no representa riqueza real. Mientras las selvas desaparecen, el aire se envenena y las aguas se contaminan.
El darvinismo económico ha enraizado en nuestro sistema, y la doctrina de Malthus es la liturgia de nuestros políticos, pero a estos dioses con pies de barro no les importa que el planeta se torne inhabitable, que la hambruna afecte al 60% de la población mundial ni que posiblemente se esté gestando una revuelta a nivel planetario para acabar con esta era de locura, posiblemente ya tengan en Marte sus paraísos fiscales y sus urbanizaciones de lujo, porque de lo contrario, además de unos desalmados serian también unos locos suicidas.