lunes, 6 de noviembre de 2023

LA TABLA

 


Llevábamos meses planeando este viaje, todo iba a ser perfecto, pero no fue asi. Estábamos yo y unos amigos en una casa que habíamos alquilado en Escalona, una urbanización de parcelas acogedoras pero que entre semana resultaba un tanto siniestra y solitaria.

La señora que nos la alquiló, una mujer seca y desagradable nos advirtió que abandonáramos la casa antes de la semana siguiente pues ella no estaría en el pueblo para entonces.
La casa estaba muy vieja pero ordenada y con buena presencia, cosa que no nos importaba demasiado puesto que no permaneceríamos más tiempo del necesario allí. Cristina, una de las chicas que nos acompañaba tropezó con la alfombra desvelando una pequeña trampilla debajo de ella. Entusiasmada gritó:
- Correr venid a ver esto. Todos nos acercamos tan rápido como pudimos, apartamos la alfombra y desvelamos el misterio.
Tras el cerrojo que tuvimos que romper con un martillo se escondía una vieja tabla de madera con el abecedario y los números grabados en la parte superior del 0 al 9.
Ninguno de nosotros le prestó bastante atención excepto Cristina que se empeñaba en jugar con ella y después de mucho insistir y ponerse bastante pesada algunos de nosotros después de colocar el equipaje y meternos una ducha de agua fría cedimos a jugar. El único que no quiso jugar fue Raúl que no creía en esas cosas.
A mitad de la sesión ,ya cansados por el fracaso, se escuchó un ruido fuera, en el rellano, todos nos asustamos, nerviosos nos miramos unos a otros y de repente el vaso que permanecía dado la vuelta encima de la tabla comenzó a moverse. Juntamos todas las letras que nos indicó , decía: "Estoy aquí".
De pronto la puerta de la verja trasera de la casa chilló y conseguimos oír unos pasos acercándose hacia la puerta, ninguno abandono la mesa, todos mirábamos atentamente el umbral de la casa. Cuando volví a girar la cabeza hacia el centro de la mesa me encontré con que mi hermano pequeño Carlos se había esfumado como si de una llama se tratase. Inmediatamente me levanté de la mesa y miré por toda la casa. Los pasos que acechaban fuera habían perdido toda su importancia. Así que salí tan rápido como pude a mirar por los alrededores, pero tampoco lo encontré, cuando volví al interior de la casa ya atormentado por la idea de haberlo perdido, me encontré con que todos mis amigos incluido mi hermano permanecían postrados alrededor del tablero con el rostro hundido y las manos cortadas. De nuevo escuché los pasos y el silbido de la puerta trasera, fuí asta allí pero no encontré nada, la verja estaba cerrada con candado.
Escribo mi historia 40 años después de que sucediera, pues acabo de salir de la cárcel acusado por el asesinato de mis amigos y mi hermano menor.

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