miércoles, 20 de septiembre de 2023

CUANDO ERA PEQUEÑO

Cuando era pequeño no entendía gran cosa, para eso estaban mis padres, como un google en mi infancia. Yo preguntaba por qué, y ellos contestaban y como hay cosas que yo no debía saber, a veces la respuesta era porque sí, o porque lo digo yo. Me gustaba más la segunda, porque me resultaba más fácil entender que ellos, los grandes sabedores tenían la respuesta, y no un simple sí. O un simple no. Pero es que el sí y el no no son tan simples. Esto se aprende con los años.

Cuando era pequeño mi madre me llevaba a veces a andar por la ciudad, por Navidad, para ver las luces. Y miraba las luces boquiabierto. Y veía que algunas personas estaban en las aceras sentadas mirando al suelo, y pedían algo para comer. Y mi madre me daba una monedita y me decía que se la diese. Y yo se la daba. Aunque las monedas no fueran para comer, que mi madre no paraba de decirme que no me las podía meter en la boca, y que me podía ahogar. Y yo se lo contaba a papá al llegar a casa y papá le regañaba a mamá, y le decía que no me enseñaba caridad, sino a mantener a alcohólicos y pedigüeños. Y yo preguntaba que qué era un pedigüeño. Por no ponerme pesado, porque tampoco sabía qué era la caridad, ni los alcohólicos. Y mi madre me decía que eran personas que no tenían dinero para tener una casa ni para comer, y entonces lo pedían.
Después llegaban las fiestas, y venían mis tíos y mis primos a cenar a casa, y después a comer a la de los abuelos. Y cantaba villancicos, y cuando terminaba me daban monedas y a veces billetes, aunque no estuviera sentado en la acera mirando al suelo, y aunque mi madre me dijera que no me las podía meter en la boca. Y yo les pregunté que si lo hacían por caridad, y se rieron. Entonces mi padre me decía al llegar a casa que se las diera para el banco y yo pensaba que si mi padre, poco amigo de la caridad, y de los alcohólicos, se lo quería dar al banco, el banco sí que debía necesitar mi dinero y que no tendría casa ni comida, ni amigos. Y el banco me dio mucha pena. Y me sentí muy feliz por poder ayudarlo.
Ya soy mayor y de mayor uno debería entender todas esas cosas que de niño debían esperar, ya he crecido, ahora sé lo que se puede conseguir con dinero, aunque muchas veces no sé para qué. Sé que el banco no tiene casa, ni comida, ni amigos, porque no es ninguna persona, ya no me da pena, y no intento ayudarlo, pero le doy mi dinero. Los que sí me siguen dando pena son las personas que continúan sentadas en las aceras, pero sigo sin entender por qué están allí y no las ayudo porque las limosnas me dan vergüenza y tampoco sé por qué y así me sigue pasando con todo. Así que cuando vi a mi pequeño por primera vez en el nido del hospital, me sentí una estafa de padre porque no podría ser su google, y le dije en voz baja que no me preguntara cosas difíciles, porque aunque los padres debían saberlo todo yo todavía no entendía nada, le pedí perdón,y le prometí intentar aprender con él, e momento, era mejor sonreír y cantar.
Ya soy mayor. Ahora sé que el sí y el no no son tan simples. Esto se aprende con los años.
Esta mañana, mi hijo me acompañaba por la calle y me he parado a sacar dinero del banco, y me ha preguntado que por qué pedía dinero a la cajera, y le he contestado que porque no tenía, y me ha preguntado que si somos pobres y le he contestado que no, y me ha preguntado que si el banco nos estaba regalando dinero porque era muy bueno y le he dicho que no, y me ha preguntado que por qué el banco no era muy bueno, me he quedado un rato pensando. Y le he contestado porque no. Y mi hijo me ha dicho no pasa nada, papá, no tienes que saberlo todo.
PAT

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