miércoles, 16 de julio de 2014

CITA CON LA MUERTE


Desde mi más tierna infancia me atraía el peligro, me asomaba a las ventanas hasta perder el equilibrio, me zambullía en los ríos sin importar la corriente y me entregaba a la mar con olas levantiscas. Un día acompañaba a un amigo por las orillas de un pantano, las aguas verdes y profundas me atraian como voces de sirenas, sabia que era una zona peligrosa, muy cerca de donde se vertía el rió, un suelo fangoso y lleno de hierbajos desaconsejaba totalmente el baño, pero la decisión estaba tomada. Me desnudé sin guardar la ropa y casi empujé a mi amigo Toño a acompañarme, ¡no tienes huevos! le grité y me entregué a las aguas oscuras como a los brazos de una amante, Toño dudaba, pero al final, y por no quedar como un cobarde se tiró de cabeza a las profundidades.
Llevábamos un rato jugando y nadando, cuando de repente sentí una corriente arrastrarme, me así desesperafamente a unas ramas que asomaban del fondo, tomé un respiro y miré hacia atrás, mi amigo braceaba sumido bajo las aguas, me solté sin pensarlo un momento y nadé hacia él con la esperanza de poder rescatarlo, pero en unos minutos quedó fuera de mi alcance, solo se veía una mano pedir ayuda como un adiós agonizante. 
Loco de rabia y furia, me sumergí de una manera suicida buceando corriente abajo intentando rescatarle hasta perder el sentido, cuando desperté estaba barado entre unos juncos con el cuerpo amoratado y sin aliento,  apenas alcancé la orilla, caí desfallecido.
Sé que hice lo que pude, sé que me jugúe la vida por rescatarle, pero también sé que fui yo quien le empujé a la muerte, y eso nunca, nunca, me lo podré perdonar.
JUANMAROMO

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