Hasta donde mis ojos abarcan, todo está por empezar, se ha  regado la tierra de comienzos, de primeras letras, de nuevos tropiezos, de  primeros besos. De esa ilusión temprana que se siente cuando uno cree que sí,  que es verdad, que no es un sueño. Todavía brillan los ojos, y todavía me  abrazas. Todavía me abres la puerta del coche y te pierdes, según te mire  mientras hablas. Todavía prima la urgencia de enredarte en mis piernas largas y  te sorprende gratamente el corto de mis faldas. Todavía al cansancio le pueden  las ganas. Todavía aguantamos despiertos hasta que nos sorprende la mañana.  Todavía es mi montura tu cintura y todo mi mundo tu espalda. Todavía me han  podido los nervios en tu última llamada. Todavía aletean huracanes en las  ventanas. Todavía hace demasiado frío para que salgamos de la cama. Todavía  cuando te muerdo no pienso futuros recuerdos. Todavía son descaradas tus marcas  en mi cuerpo. Todavía cuando te tengo dentro me da igual el tiempo. Todavía los  sentimientos son en clave de sexo, y todavía el sexo es denso, inquieto,  nuestro, claro, desquiciado, sin pretextos… Todavía me perturba tu fragancia… Y  esos defectillos tuyos, todavía me hacen gracia. Que sientas celos, que  cualquier cosa te distraiga, tus consejos paternales que rozan la petulancia… En  fin, es un auténtico placer vestirme únicamente con la corona y el cetro de tu  reino, pero creo que es el momento de decirte… que ya te llamo yo, cari… ¡Nos  vemos!
 
 
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