Hay momentos en los que desparecen todas los coordenadas,
los péndulos se detienen, los trenes entran en vía muerta y los astros
vivaquean en el espacio. Instantes en los que las galaxias se pierden en tus
ojos, el infinito se oculta entre tus
muslos y la voz de dios resuena en tus suspiros.
Hay fragmentos de vida que se
graban en el recuerdo con el fuego de lo increíble, abrazos incendiarios en los
que tú y yo somos daños colaterales, besos que empiezan pero que nunca acaban
porque sin tu aliento no me vale la vida.
La eternidad cabe en el soplo de un
beso, en el brillo de una mirada, en el aullido lunar de los orgasmos. mi vida
nace en la concha de tu madreperla y bebe la leche frutal de tus dorados racimos.
Cuando tu boca se inunda de mi pulpa y nuestros fluidos candentes se mezclan y
se funden, pienso que valió la pena nacer, vivir y morir mil veces para volver
a sentirme dios entre los hombres y hombre entre los dioses, para volver a
sentirme parte indisoluble de tu vida, parte indisoluble de tí.
Me había quedado trabajar hasta muy tarde, tenía trabajo retrasado
y al día siguiente debía presentar la
cuenta de resultados, el guardia de seguridad me recordó antes de marcharse que
activara las alarmas y que no utilizara el ascensor como medida de seguridad.
Terminé sobre las once de la noche, cerré la puerta del
despacho y cuando me disponía a bajar por las escaleras, me encontré con Ana.
Ana era el tipo de mujer que me seducía, elegante, simpática, culta...y
hermosa. Habíamos tenido algún contacto, pero siempre parecía eludirme,
seguramente era poca cosa para ella. Al verla tomar el ascensor, cambié de idea
y corrí hacia el elevador antes de que
se cerraran las puertas.
-¡Buenas noches Ana, parece que hoy se nos ha hecho tarde..!,
tartamudee mientras las puertas se cerraban ante nosotros, me dirigió una
mirada entre irónica y piadosa mientras yo me acurrucaba en un rincón aspirando
febrilmente su perfume.
De repente el ascensor se detuvo, fue una sacudida tremenda y quedamos
suspendidos entre dos pisos, Ana lanzó un grito e instintivamente se protegió
entre mis brazos , por suerte las luces continuaban brillando y las vibraciones
desaparecieron. Intenté forzar las puertas, pero era del todo imposible, probé llamar por el teléfono móvil pero fue inútil,
no había cobertura, recordé la recomendación del segurata y tuve un escalofrío,
apreté el botón de alarma pero el
edificio estaba vacío.
En esos momentos me vino a la memoria un relato de terror en
el que el protagonista se queda encerrado durante un puente de cuatro días y
muere deshidratado, por suerte, el día siguiente era laborable.
La luces empezaron a parpadear mientras Ana sollozaba presa de un ataque de
ansiedad, la tome entre mis brazos e intente tranquilizarla besándole los ojos.
De repente se irguió como un resorte, y sus labios se adueñaron de los míos mientras
su lengua poseía mi boca con furia. Me quede anonadado, no sabía qué hacer. Sus
manos se infiltraron en mi pantalón y note sus dedos aprisionar mi miembro que
parecía estallar en su cárcel de tela. Noté como la temperatura me subía y la
vista se nublaba, mis manos bucearon en su camisa y unos pechos rotundos y
altivos levantaron el vuelo buscando mi boca. Ella jadeaba como posesa mientras
yo le bajaba las braguitas y percibía le aroma de su sexo candente, cuando mi
lengua se recreó en su cáliz, lanzó un aullido y sus manos acariciaron mis
cabellos, seguí lamiendo hasta que un suspiro profundo e intenso se escapó de
su pecho, se retorció de placer y gimió con una inmensa dulzura, pero antes de
que pudiera darme cuenta, se agachó y tomo mi pequeño saltamontes entre sus dedos
mientras su lengua le acariciaba la
cabeza con sabiduría, unos movimientos sabios de sus manos, y todo yo me derrame
en su boca, pero siguió masajeando son increíble pericia, a los pocos minutos me
había fundido de nuevo.
Me tumbe en el suelo para buscar resuello, pero
inmediatamente se tumbo sobre mí, y depositó su flor negra sobre mi boca, apenas podía respirar, pero el olor a su fruta
me enervó de nuevo, lamí y mordí con locura hasta que sentí su orgasmo
inundarlo todo, me empujó la cabeza hacia atrás y me cabalgó como una experta
amazona, veía sus hermosos pechos levantar el vuelo cada vez que me apretaba y
parecía querer ordeñarme con saña. De pronto, apretó con furia. y sentí un
geiser brotar de mi interior, una mezcla de loco placer y dolor brotó de mi
vientre, mientras ella gritaba con la seguridad de que nadie podía escucharnos.
Me rendí agotado, cuando desperté, ella estaba totalmente vestida, me arreglé
como buenamente pude y miré el reloj, las ocho menos cinco, de un momento a
otro las puertas del edifico se abrirían. De repente el ascensor comenzó a
descender, yo no había podido recuperarme, mire a Ana y me pareció que no había
sucedido nada, cuando las puertas se abrieron, me saludo con un -Buenos días-
¡Nos vemos mañana... ¡
Me cruce con mi amigo Tony que se me quedó
mirando con cara de lástima y me espetó, ¡¡Vaya pinta que gastas, eso te pasa por hacer tantas horas extras!!!
Vago en un mar de sentimientos contrapuestos, de esperanzas
desesperadas de ilusiones opacas. Me ilumina una luz oscura, una tiniebla
luminosa que me ciega con su brillo espectral. Las vísceras me arden y el corazón intenta escapar de su jaula y
levantar el vuelo hacia ese cenit soñado donde la gravedad se pierde en el
olvido.
Cierro los ojos y lo veo claro, pero de día todo es como un
sueño, una secuencia caótica de imágenes en blanco y negro que aúllan a mi
alrededor como lobos en celo. La vida se desliza como una cobra dispuesta a
clavarme las fauces y yo retrocedo poco a poco hasta el muro de las
lamentaciones donde ya no quedan lágrimas.
El pasado se despeña por el desfiladero hacia el mar del
olvido y el futuro es un alud de nieve mancillada que amenaza con arrollarme
, una película muda en blanco y negro en que todo el mundo gesticula sin decir
palabra.
Las calles son ríos fantasmales que se pierden en la nada y el olor a cloacas infecta el
ambiente, las sirenas ululan sembrando miedo y desconcierto. Desde las ventanas,
millones de ojos atisban esperando el momento para devorarme y los portales parecen cavernas
que se hunden en la noche de los tiempos....
De repente algo me sacude, el reloj centellea en la
oscuridad de la alcoba mientras trato de hilvanar mis recuerdos... todo ha sido
un sueño, pero me asomo a la ventana y
los primeros fantasmas empiezan a poblar las calles mientras los neones
moribundos se pierden tras las pútridas brumas espectrales, me oculto tras el
uniforme gris de la rutina y me
incorporo a la corriente deshumanizada que me lleva a ninguna parte. El
sueño a terminado, pero la pesadilla es eterna.
Amarás el dinero sobre todas las cosas y harás todo lo posible para conseguirlo sacrificándote a ti mismo y a todos los que te rodeen.
No insultarás no despreciarás ni cuestionarás a tus jefes, mandatarios o caudillos que tengan poder sobre ti, les obedecerás y les respetarás
Dedicaras el poco tiempo que te dejen tus obligaciones, a santificarte con los preceptos y normas que la televisión y la prensa del señor se sirvan ofrecerte para tu redención y santificación.
Vivirás de tus padres hasta que puedas vivir de tus hijos suponiendo que hayas cometido el error de engendrarlos
No matarás a menos que sea al servicio de la patria, el capital o el fanatismo religioso, la vida no vale nada si no es para sacrificarla por el bien común (de unos cuantos privilegiados).
No cometerás actos impuros, como hacer el amor por amor, como ayudar a quien lo necesita, como educar a tus hijos en la libertad y en el respeto.
No robarás a quien tenga más que tú, pero podrás expoliar a l más pobre siempre que pagues tus diezmos.
Nunca dirás la verdad cuando atente contra el sistema, contra el poder establecido o contra tus superiores, y jamás testificaras en contra de ellos aunque te juegues la vida.
No consentirás pensamientos ni deseos impuros, como la justicia, la libertad o la paz, tus pensamientos solo son útiles cuando están de acuerdo con el orden establecido.
No codiciarás el sillon de tus superiores, la mujer de tus jefes, el patrimonio de los banqueros ni las prebendas de lo políticos, porque les han sido concedidos por dios para su honra y gloria.
ESTOS DIEZ MANDAMIENTOS SE CIERRON EN DOS, AMARÁS AL DINERO SOBRE TODAS LAS COSAS Y EXPLOTARÁS A TU PRÓJIMO MÁS AUN DE LO QUE TE EXPLOTAN A TI MISMO.
Vivimos en una sociedad en descomposición, una sociedad
Titanic en la que las ratas están abandonando el barco llevándose sus míseros
mendrugos, los VIPS ya tienen en los botes sus joyas y caudales a buen recaudo y la orquesta
sigue amenizando el naufragio para tapar los aullidos de los desesperados.
Estamos el final de una era, una era que empezó tras la segunda
guerra mundial y que con altibajos se ha extendido hasta el 2.008, medio siglo
de expoliación del planeta, de explotación del tercer mundo, y de exterminación
de culturas y especies en aras de un crecimiento continuo y enfermizo que ha
cubierto de cemento nuestras costas y montañas, infectando el planeta con
residuos tóxicos y radiactivos.
Todo se ha edificado sin cimientos, hipotecas, créditos,
previsiones de beneficios, un gigante con pies de barro que se ha desmoronado
al primer embate atrapando bajo sus escombros a quienes se creían a salvo. El
sistema ya no tiene respuestas, las teorías del pasado han fracasado, los economistas y
los políticos no saben dónde esconderse o esperan repartirse los despojos, y las
masas se desesperan y empiezan a entrar en ebullición con unas consecuencias
imprevisibles.
No hay alternativa, hay cientos de miles viviendas vacías o
a medio terminar que no encuentran comprador a los precios actuales, pero también
hay miles de familias y jóvenes que necesitan un hogar, si tenemos una oferta y
una demanda, ¿porque el estado no absorbe el exceso y lo convierte en vivienda
protegida a unos alquileres asequibles? ¿Porque ese dinero empleado en ayudas a las cajas podridas
no se utiliza para sanear unos balances falseados y fraudulentos?
El trabajo es un bien escaso,entonces vamos a repartirlo equitativamente,
jornadas parciales de tres o cuatro horas para personas que no puedan emplear
jornadas completas, jubilaciones pactadas para trabajadores con cuarenta años
de cotización y dejar esos puestos a jóvenes sin empleo que se hunden en la desesperación,
incentivar la natalidad a base de ayudas reales y no cheques regalo que fomentan el fraude y el oportunismo, hasta que el estado y la sociedad no se convenzan que la
maternidad es un bien social como el agua, el aire o el trabajo, no dejaremos
de envejecer. y no olvidemos que este es
el primer signo de decadencia de cualquier pueblo o cultura.
Una nueva vida es todavía posible si sabemos cambiar el
rumbo que nos lleva directo al precipicio. Una sociedad más justa, solidaria y respetuosa
con el medio ambiente, con la humanidad y con el hombre como individuo, pero
cada día que pasa nos acerca vertiginosamente al abismo.
A principios del siglo V, la mayor potencia del mundo
conocido estaba sumida en una crisis estructural, había conquistado y sometido
a cientos de pueblos imponiéndoles unas condiciones comerciales draconianas,
había explotado sus recursos y borrado sus culturas imponiendo sus leyes y sus
costumbres, todo el imperio hablaba la misma lengua y tenía la misma religión.
Hacia decenios que la expansión había terminado, se
levantaron murallas para proteger las fronteras y las costumbres fueron relajándose.
La tasa de natalidad había caído en picado, la corrupción se cebaba en todas
las instituciones, y los ciudadanos romanos despreciaban el trabajo duro, miles
de trabajadores germanos y eslavos fueron admitidos para cubrir los puestos que
nadie quería ocupar, hasta el ejército, antaño motivo de honor y servicio para
la nobleza tuvo que ser ocupado por mercenarios a sueldo procedentes de fuera
de las fronteras del imperio. Los cesares eran puestos y depuestos por los
patricios y el senado apena tenia voz en este maremágnum. La iglesia había
extendido sus alas sobre Roma y exterminado el espíritu que había hecho de esta
ciudad la capital del mundo. Los historiadores clásicos nos hablan de
invasiones, destrucciones y saqueos, pero no hacía falta, el imperio había caído
por su propio peso, sencillamente estaba podrido....
Los Chinos son los Hunos de nuestros días, si estudiamos la
historia en profundidad vemos que estamos en el mismo estadio en el que el
imperio de Occidente se hundió en sus propias cenizas. Los países emergentes,
los "barbaros", están comprendo nuestra deuda, no hace falta que
nadie nos invada, nos estamos vendiendo palmo a palmo y hombre a hombre, dentro
de unos años solo tendrán que presentar la factura.
En los años cincuenta, más de un millón de españoles
expulsados del campo por el maquinismo y la explotación huyeron a Europa y Sudamérica
en busca de un futuro para sus hijos. Eran personas sin formación académica, sin
oficio en la mayoría de los casos, pero con la fuerza de la juventud y la
esperanza en un mañana mejor. España fue industrializándose sobre la base de
una mano de obra barata y unos derechos laborales inexistentes, multinacionales
de todo el mundo abrieron factorías de ensamblaje con escaso valor añadido y
sin apenas invertir en investigación y desarrollo. Estudiar una carrera estaba
reservado a las clases media y altas y el proletariado quedaba fuera de la
universidad salvo contadas excepciones.
Con la entrada en la U.E. una nueva
oleada de empresas decidieron invertir en nuestro país, para ello buscaron marcas consolidadas que a golpe de talonario volaron a manos extranjeras, así logos legendarios como Montesa, Derbi, Bultaco, Sanglas o Pegaso, pasaron a
ser meras sucursales de las grandes multinacionales, lo mismo sucedió con las
marcas líderes en alimentación o detergentes como Riera Marsá, Mistol o Camp, que fueron barridas del mapa por
los depredadores del sector.
Pasaron los años, y la universidad abrió sus puertas a los
jóvenes. Miles de adolescentes sacrificaron años de su vida en prepararse para
los nuevos tiempos, las nuevas tecnologías ofrecían sueldos apetecibles a
telecos, ingenieros industriales o analistas informáticos y el auge de la
construcción demandaba arquitectos y especialistas cualificados. El estado
invirtió cantidades ingentes de dinero en prepara a una generación para los
nuevos desafíos, nadie quería trabajar en la obra, en la hosteleria o en los
servicios y hubo que importar cientos de miles de inmigrantes para ocupar los
puestos que nadie quería, pero todo era un sueño que acabó en
pesadilla.
Cuando la crisis se extendió por todos los sectores, las empresas
que habían buscado mano de obra barata emigraron a los países emergentes, y
marcas como Honda, Yamaha o Sony, que habían absorbido y exterminado a la
industria autóctona, cerraron sus factorías dejando en el paro a miles de
trabajadores. Legiones de licenciados se encontraron haciendo trabajos de
supervivencia sin esperanza de encontrar un puesto acorde a su preparación, la
generación más preparada de la historia era presa del paro y la frustración.
Con una industria incapaz de absorber la oferta de titulados y
especialistas, los jóvenes empezaron a buscarse la vida en el exterior, y
actualmente pleyades de universitarios preparados con el dinero del estado, están
rindiendo su trabajo en Alemania, Canadá o Australia como única salida
profesional a sus estudios.
Han pasado 60 años pero de nuevo, legiones de
españoles tienen que buscarse la vida en el extranjero, la flor y nata de la juventud
está siendo expulsada de su tierra como sucedió en los años cincuenta, la espiral ha dado
la vuelta completa y estamos de nuevo en el punto de partida.
Ya no es que llueva sobre mojado, es "El rayo que no
cesa". Hace unos meses fue Roche, después Telefónica y ahora Pficer, tres
empresas con beneficios multimillonarios que despiden a miles de trabajadores
con la única justificación de que no ganan tanto dinero como antes.
No habían hecho creer que estábamos en una "Economía
social de mercado", pero la cruda verdad es que estamos en la jungla del
parket, una selva donde no hay lugar para los débiles, para los honrados ni
para los justos. Los gobiernos de cualquier ideología se ven impotentes para
frenar esta ola de despidos que amenaza con crear una revuelta social de
consecuencias imprevisibles. Los estados, endeudados hasta las cejas por una
gestión nefasta de la era del boom, ahora se ven en la obligación de mendigar financiación
a los mercados, y estos aprietan las tuercas hasta la asfixia.
El capital emigra a paraísos fiscales, las multinacionales a
paraísos laborales y la vieja Europa tiene que desmantelar un estado de
bienestar que costó un siglo levantar y que fue ejemplo y orgullo para el
mundo. La empresas europeas no pueden competir contra unos sistemas de
producción sin seguridad social, sin vacaciones ni derechos laborales donde la
esclavitud es una forma de producción, unas zapatillas cuyo coste en origen es
de tres euros, nos la venden por cien y nosotros las compramos y hacemos
publicidad de sus logo.
Las inmensas sumas de dinero acumuladas durante la burbuja
yacen sepultadas en las torres de babel de Dubai, o en los bunkers de las Islas
Caiman esperando nuevas oportunidades, mientras los bancos restringen el
crédito a las pymes generando una ola de quiebras que amenaza con hundir el
sistema.
Ningún organismo puede crecer indefinidamente, un sistema económico
basado en el crecimiento perpetuo y desmedido, no solo está condenado al
fracaso sino que puede acabar con todos los recursos del planeta y dejar un
erial para nuestros nietos.
O somos capaces de estabilizar el sistema y lograr un
distribución del trabajo y de la riqueza, o esta sociedad injusta y cainita
tiene los días contados, y con ella la mayoría de nosotros.
Hoy una persona se ha arrojado al metro... Quejas de los
ciudadanos por tamaño despropósito, comentarios crueles, sarcásticos y
despiadados... una nota de prensa y las
mangueras del olvido borraran su sangre de los afilados raíles. ¡Cuánto
sufrimiento habrá estallado en su cuerpo segado por las redondas guadañas! ¡cuánto
miedo habrá tenido que vencer la desesperación antes de dar el último empujón a
su vida!.
En esta matriz en que nos han injertado, todos tenemos una
celda donde trabajar, procrear y morir, es el destino programado por El Gran hermano,
pero a veces ni siquiera podemos consumirnos en paz, muchas veces el sanedrín
nos arroja al vacio donde reina el llanto y crujir de dientes, donde no hay más
luz que la de nuestros ojos apagados.
Váganos por las
tinieblas sorteando fantasmas, fantasmas mudos sin rostro y sin historia que flotan
en el limbo de los nadie, personajes en busca de autor que recitan sus papeles
en voz alta sin hallar su público. Los encontramos en la cola del paro, en los
albergues, dormitando en los parques, y
un día desaparecen sin dejar rastro.
El hombre que ha saltado esta mañana, me ha dejado un rastro
nauseabundo, un rastro de sangrante indiferencia en la conciencia ciudadana, de
conformismo ante la tragedia. Era un don nadie, era una persona que un día tuvo
ilusiones, tuvo una novia, tuvo una familia, era un hombre que fue arrojado por
la borda y nadie le tendió una mano, era un cero a la izquierda, era uno de los
nuestros.
Hace unos días comentábamos sobre la elasticidad del tiempo,
el tiempo "bandoneón" que se encoje y se estira caprichosamente sin obedecer
ni a cronos ni a calendas. Hay momentos
especiales que se quedan flotando en el limbo espacio/tiempo y que no obedecen
a los cánones preestablecidos, acabamos de vivirlos y se antojan lejanos y sin
embargo, al cabo de los años se nos presentan frescos y fragantes como recién nacidos.
Son vivencias tan intensas, que forman burbujas en nuestro
recuerdo y de esta manera se blindan contra el olvido. Nuestro
"airbag" mental se dispara
para protegernos de los momentos dantescos que la vida nos tiende con demasiada
frecuencia, son esos instantes en los que creemos que estamos soñando, que
"eso" no nos puede estar pasando a nosotros, quizás es una argucia de nuestro cerebro para darnos
tiempo a preparar la defensa, pero esos paisajes de infinita belleza, esos
fragmentos que quisiéramos llevarnos a la eternidad se enquistan en nuestro
tejido emocional y acaban formando parte de nuestra esencia.
La vida no se mide por las veces que respiramos si no por
los momentos que nos dejan sin respiración.
Erase una vez un perrito que correteaba por la calles en
busca de amor. Un día luminoso, una muchacha lo acogió en su casa, el estaba
loco de contento, creyó que por fin había encontrado su hogar, pasaron los
meses, y un atardecer ella le sacó de paseo y le dijo.
-Mi pequeño, yo te quiero mucho, pero eres un chucho
callejero y yo busco un perro con pedigrí, te deseo que tengas mucha suerte y
encuentres la amita que te mereces.
Durante meses vagó desconsolado suplicando un soplo de cariño, pero nadie
queria seber nada de un chucho triste y desvalido.
Una tarde, vagando desesperado muy lejos de su territorio,
escuchó una voz dulce y melodiosa que le dijo.
-¿Qué haces tan triste y perdido por estas calles solitarias,
yo también necesito cariño y compañía, si me acompañas, mi casa será nuestra
casa.
Pasaron los años, y el cachorro se hizo adulto, su ama lo
educó, lo cuidó y lo mimó hasta hacer de él un hermoso y cuidado ejemplar. Una
noche, mientras daba su paseo vespertino, escuchó una voz que le era familiar y de
pronto se encontró con su primera amita. el corazón le rebotó en el pecho, se le acercó aullando de emoción. Ella al principio no le reconoció, pero al
mirar en sus ojos supo que se trataba de su primera mascota, después había
tenido muchas y de las mejores razas, pero ninguna la había querido como aquella.
Cada día se encontraban en el mismo parque, y a escondidas
se contaban sus temores y esperanzas, aprovechaba cualquier descuido para salir corriendo y dejarse acariciar por su antigua ama, un día la
siguió a su casa y se tras una noche de juegos y confidencias, se quedó dormido
en su cama. A la mañana siguiente corrió desesperado a su casa, allí estaba si dueña llorando, lo había buscado toda la noche y creyó haberlo perdido para
siempre.
-Eres un perro malo, le dijo- ¿Así me pagas lo que he hecho por tí?... Si vuelves a desparecer, te
encontrarás la puerta cerrada para siempre.
Durante unas semanas, permaneció fiel y regresaba
puntualmente al hogar, pero un anochecer, volvió a encontrarse con ella, luchó
ferozmente contra sí mismo pero todo fue inútil, cuando regresó de madrugada,
las puertas estaban cerradas. De nada sirvieron sus llantos y gemidos, ninguna
luz iluminó las ventanas, ninguna voz le dio la bienvenida. Llovía a raudales, empapado y desesperado decidió
regresar a su antiguo hogar, pero al
cruzar la puerta, un perro enorme y agresivo estuvo a punto de matarlo, era el
guardián de la casa y supo que allí no tenia cabida.
Vagó sin rumbo durante toda la noche aullando de ventana en ventana. Al amanecer, buscó refugió debajo de un puente y cayó agotado sin darse
cuenta que la riada estaba a punto de desbordar el cauce.