Para sobrevivir en el tiempo, las lenguas necesitan por lo menos 100.000 hablantes. Si bien se estima que en la actualidad, hay unas 6.800 lenguas en el planeta, según afirma UNESCO, la mitad de ellas son actualmente habladas por comunidades menores de 2.500 personas. Aunque varían en matices, las proyecciones dan a entender que la extinción de lenguas, para finales del presente siglo, podría alcanzar niveles de catástrofe. Si bien es sabido que, desde el principio de los tiempos, las lenguas nacen y mueren y son miles las que se han perdido, su extinción nunca había experimentado la velocidad que alcanza en la actualidad.
Según el Worldwatch Institute, entre el 50 y el 90% de las lenguas del mundo podrían extinguirse para fines de este siglo. Otras estimaciones, como la del informe que presentó el lingüista Peter Ladefoged a la American Association for the Advancement of Science, sitúa el porcentaje en 40% para la misma fecha. Con cada lengua, desaparece una cultura. Para algunos, esta extinción es semejante, de algún modo, al la extinción de especies.
Causas
La guerra y el genocidios, los desastres naturales, la adopción de lenguas dominantes, como el chino y el ruso, y las prohibiciones que sobre distintos lenguas aplican ciertos gobiernos, han contribuido a su desuso. Otros, como el profesor Ladefoged, entienden que la razón para esta acelerada extinción, además de en el sistema económico, las políticas gubernamentales y los sistemas de enseñanza, hay que encontrarla fundamentalmente en los medios de comunicación masiva, porque éstos las abandonan a favor de los idiomas más difundidos a escala planetaria.
Los últimos de los hablantes
Cuando una lengua muere, no muere sola, ya que se pierden ricas fuentes de información sobre los pueblos. Hoy día, en Siberia, aproximadamente 100 personas hablan udihe, en tanto que el arikapu ha descendido a menos de seis hablantes; en el año 2.001, la señora Marie Smith, que ya contaba con 83 años de edad, era la única hablante de eyak, un lenguaje nativo de Alaska y, en 1992, la muerte de un granjero turco señaló la muerte del ubykh, un idioma de la región del Cáucaso que tenía el récord de consonantes: 81. Basta un terremoto, como el que afectó el oeste de la India a fin de siglo XX, para eliminar un gran porcentaje de hablantes. En el sismo, murieron unos 30.000 hablantes de kutchi, y quedaron apenas 770.000 hablantes de esa lengua.
Hoy día, ocho países contienen dentro de sus fronteras más de la mitad de las lenguas del mundo: Papúa-Nueva Guinea, Indonesia, Nigeria, India, México, Camerún, Australia y Brasil.
Del mundo uniforme
En buena medida, la desaparición de lenguas se da dentro del movimiento hacia la uniformización cultural que ha traído consigo la globalización. De todas maneras, es intrínseco a las lenguas el ser agentes de la diversidad y la diferenciación, y existe una contrapartida o reacción al proceso uniformizador: en la actualidad, algunas lenguas están volviendo, o si se quiere, resucitando.
En 1983, los hawaianos re-introdujeron en sus escuelas el nativo aha punana leo que casi se había extinguido -sus hablantes no llegan al millar- luego de que Estados Unidos, tras anexar el país en 1898, prohibiera su enseñanza (significativamente, su nombre quiere decir "nido de lenguaje") y en la actualidad entre 7 y 10 mil hawaianos hablan su lengua nativa. Por su parte en Cronwall, Inglaterra, se trata de reavivar el cornish, lengua que se cree murió por 1777 y lo mismo está sucediendo con antiguas lenguas mayas en México en tanto el hebreo evolucionó, en el siglo XX, de lengua escrita a idioma nacional, hablado por unas cinco millones de personas. Otras iniciativas pretenden revivir el galés, el navajo, el maorí y diversas lenguas nativas de Botswana.
Esta restauración de idiomas casi desaparecidos no hace más que afirmar la característica principal de la lengua, la de distinguir a unos hablantes de otros, la voluntad de diferenciarse que tienen las comunidades. Si bien el mito bíblico achaca la diversidad de las lenguas a un castigo, lo cierto es que, cuantas más lenguas contenga el mundo, más rico será, más fuerte y complejo. Lo mismo que las especies biológicas, que cuanto más diversas, más resistentes a las catástrofes, y más aptas para sobrevivir.
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