El tren se detiene chirriando frente al andén, nos meten a empujones como ganado, mientras unos guardias con perros vigilan con gesto adusto. Estoy agotado, miro a mí alrededor y la gente, cabizbaja esquiva las miradas. La derrota y el miedo se dibujan en los rostros. Reina un silencio que lo envuelve todo como un negro sudario. Las estaciones se van sucediendo, y en cada una, un rio de humanidad hacinada nos empuja hasta hacernos perder la respiración.
Se oye llorar a un niño, la gente tose al compas del sordo traqueteo de los vagones. Pienso en mi esposa, estará en otro borreguero como este, conducida implacablemente a su destino, como yo, como todos nosotros. No pude despedirme de ella, la sirena nos reclamaba implacable, y llegar tarde era severamente castigado. El tren se detiene de golpe, las luces se apagan y el silencio se apodera de todos. ¿Qué estará pasando? ¿Nos pasarán a otro tren como tantas y tantas veces caminando entre las tinieblas del túnel?.
Pero no, arranca de nuevo y al poco se detiene en otro anden, lo guardias nos vigilan de cerca, miro de reojo como unos uniformados piden la documentación a un muchacho y se lo llevan esposado. ¿Cuánto durará esto?. Tengo miedo del miedo, cada vez que un policía me mira, temo que me pida los papeles…¿Qué papeles?, llevo tres años sobreviviendo como una rata entre las cloacas, trabajando por un sueldo de miseria catorce horas al día y suplicando seguir siendo un esclavo.
Mis hijos crecen con su abuela en mi tierra, solos porque es imposible traerlos, y ahora me amenazan con que me dejan sin trabajo, la obra se ha acabado y vamos todos al paro. ¿Al paro?, soy un sin papeles, si no pago el alquiler, no echarán a la calle, y no me queda un euro, todo el dinero, el escaso dinero que podemos ahorrar, lo mandamos a nuestros hijos, pero todo es poco, hace falta más, y más.
Se abre las puertas y una corriente me arrastra hacia fuera y me lleva a empujones por un corredor largo que me conducirá a otro metro. Quizás es mi último viaje, me acerco al andén y veo los raíles brillantes como cuchillos, mientras el tren se acerca imponente, cierro los ojos y mi pié se hunde en el negro vacío....
JUANMAROMO