Me había quedado trabajar hasta muy tarde, tenía trabajo retrasado
y al día siguiente debía presentar la
cuenta de resultados, el guardia de seguridad me recordó antes de marcharse que
activara las alarmas y que no utilizara el ascensor como medida de seguridad.
Terminé sobre las once de la noche, cerré la puerta del
despacho y cuando me disponía a bajar por las escaleras, me encontré con Ana.
Ana era el tipo de mujer que me seducía, elegante, simpática, culta...y
hermosa. Habíamos tenido algún contacto, pero siempre parecía eludirme,
seguramente era poca cosa para ella. Al verla tomar el ascensor, cambié de idea
y corrí hacia el elevador antes de que
se cerraran las puertas.
-¡Buenas noches Ana, parece que hoy se nos ha hecho tarde..!,
tartamudee mientras las puertas se cerraban ante nosotros, me dirigió una
mirada entre irónica y piadosa mientras yo me acurrucaba en un rincón aspirando
febrilmente su perfume.
De repente el ascensor se detuvo, fue una sacudida tremenda y quedamos
suspendidos entre dos pisos, Ana lanzó un grito e instintivamente se protegió
entre mis brazos , por suerte las luces continuaban brillando y las vibraciones
desaparecieron. Intenté forzar las puertas, pero era del todo imposible, probé llamar por el teléfono móvil pero fue inútil,
no había cobertura, recordé la recomendación del segurata y tuve un escalofrío,
apreté el botón de alarma pero el
edificio estaba vacío.
En esos momentos me vino a la memoria un relato de terror en
el que el protagonista se queda encerrado durante un puente de cuatro días y
muere deshidratado, por suerte, el día siguiente era laborable.
La luces empezaron a parpadear mientras Ana sollozaba presa de un ataque de
ansiedad, la tome entre mis brazos e intente tranquilizarla besándole los ojos.
De repente se irguió como un resorte, y sus labios se adueñaron de los míos mientras
su lengua poseía mi boca con furia. Me quede anonadado, no sabía qué hacer. Sus
manos se infiltraron en mi pantalón y note sus dedos aprisionar mi miembro que
parecía estallar en su cárcel de tela. Noté como la temperatura me subía y la
vista se nublaba, mis manos bucearon en su camisa y unos pechos rotundos y
altivos levantaron el vuelo buscando mi boca. Ella jadeaba como posesa mientras
yo le bajaba las braguitas y percibía le aroma de su sexo candente, cuando mi
lengua se recreó en su cáliz, lanzó un aullido y sus manos acariciaron mis
cabellos, seguí lamiendo hasta que un suspiro profundo e intenso se escapó de
su pecho, se retorció de placer y gimió con una inmensa dulzura, pero antes de
que pudiera darme cuenta, se agachó y tomo mi pequeño saltamontes entre sus dedos
mientras su lengua le acariciaba la
cabeza con sabiduría, unos movimientos sabios de sus manos, y todo yo me derrame
en su boca, pero siguió masajeando son increíble pericia, a los pocos minutos me
había fundido de nuevo.
Me tumbe en el suelo para buscar resuello, pero
inmediatamente se tumbo sobre mí, y depositó su flor negra sobre mi boca, apenas podía respirar, pero el olor a su fruta
me enervó de nuevo, lamí y mordí con locura hasta que sentí su orgasmo
inundarlo todo, me empujó la cabeza hacia atrás y me cabalgó como una experta
amazona, veía sus hermosos pechos levantar el vuelo cada vez que me apretaba y
parecía querer ordeñarme con saña. De pronto, apretó con furia. y sentí un
geiser brotar de mi interior, una mezcla de loco placer y dolor brotó de mi
vientre, mientras ella gritaba con la seguridad de que nadie podía escucharnos.
Me rendí agotado, cuando desperté, ella estaba totalmente vestida, me arreglé
como buenamente pude y miré el reloj, las ocho menos cinco, de un momento a
otro las puertas del edifico se abrirían. De repente el ascensor comenzó a
descender, yo no había podido recuperarme, mire a Ana y me pareció que no había
sucedido nada, cuando las puertas se abrieron, me saludo con un -Buenos días-
¡Nos vemos mañana... ¡
Me cruce con mi amigo Tony que se me quedó
mirando con cara de lástima y me espetó, ¡¡Vaya pinta que gastas, eso te pasa por hacer tantas horas extras!!!
JUANMAROMO