jueves, 10 de marzo de 2011

"Coleccionamos excusas para sentirnos infelices"

10/03/2011 - 00:07
Foto: Kim Manresa
El enemigo interior
Para esta especialista en comunicación interpersonal la estupidez es una enfermedad curiosa, pues no la sufre quien la padece, sino quienes le rodean, y su fundamento es el tiempo: si alguien repite una estupidez el suficiente número de veces, acabará considerando que esta actitud es lo normal, la defenderá y la incorporará, definitivamente, en su día a día. Tiene un interesante ensayo sobre ella (Estupidez emocional, editorial Vía Libro), recomendable para afrontarla en nuestro interior, en las relaciones próximas y en lo social. Organiza grupos ¿allegados desconocidos¿ que se reúnen con la única finalidad de comprenderse ellos mismos para ser menos estúpidos (www.torrabadella.com)
La felicidad como objetivo funciona mal. Toda vida tiene una dosis de sufrimiento ineludible como la frustración, la enfermedad y la muerte. Decirle a un niño que tiene como objetivo ser feliz es estafarle.

¿Entonces, qué hay que decirle?
Que la felicidad sucederá, pero que no es la norma. Lo cabal es saber y aceptar el sufrimiento inevitable (porque mucho sufrimiento procede de no aceptarlo), y evitar al máximo el innecesario. Estamos siempre coleccionando excusas para ser infelices.

Sí, qué estupidez.
Todo el sufrimiento inútil que padece el género humano, y que es mucho, procede de la estupidez emocional: falta de empatía, intolerancia a la frustración, crítica gratuita indiscriminada, victimismo, autodesprecio, envidia, compulsión, obstinación, agresividad, adicción a la infelicidad...

¿La estupidez engendra todas esas cosas y se alimenta de ellas?
Sí, pero una vez la detectas y reconoces, puedes prevenirla. Lo primero que hay que saber es que nadie está exento de ella, todos cometemos estupideces alguna vez.

Bien, mensaje recibido.
La estupidez es muy común. Como sociedad la vemos en las guerras o en la destrucción del planeta; en la familia, cuando nos atacamos psicológicamente o somos poco empáticos, y eso lo veo mucho en terapia de pareja: uno se queja del otro, cuando con pensar en el otro todo se solucionaría.

¿El estúpido se sabe estúpido?
Por naturaleza la estupidez se blinda, el estúpido emocional se especializa en criticar, ve la estupidez ajena y se concentra en ella: es más cómodo. Son personas rígidas en su pensamiento que se mueven en dicotomías del tipo bueno-malo, y muy susceptibles.

¿La estupidez aumenta con la práctica?
Sí. Para justificar una estupidez se suele incurrir en otra, y es muy contagiosa.

¿?
Si respondo a un bocinazo (una estupidez, porque está generando un sentimiento negativo), me estoy contagiando de su estupidez.

Entiendo.
La única manera de no contagiarse es reconociéndola. Debería existir la asignatura de estupidología, porque dedicamos muy poca energía a un fenómeno que condiciona nuestras vidas y sociedades.

No me parece una idea descabellada.
La estupidez es irracional como la crítica gratuita. Yo diría que tanto critica una persona a los ausentes, tanto está instaurada en la estupidez. Y hay grandes mentes muy estúpidas que siembran a su alrededor sentimientos negativos innecesarios.

¿Cómo detectarla?
Cuando causamos o padecemos un sufrimiento inútil. Por ejemplo, el hombre o la mujer que ante una separación utiliza a sus hijos en contra del otro haciendo sufrir a todo el mundo. Semejante estupidez hay que reconocerla y evitar entrar en una escala de estupideces.

Deme claves.
La conciencia de los propios sentimientos, darse un espacio para observar los pensamientos, porque si soy consciente de cómo me siento puedo controlar.

El autocontrol es difícil.
Una gran herramienta es compartir, poder poner en común temas personales con otros. Es impactante ver como terceros pueden intuirte y darte buenos consejos. Somos mucho más transparentes de lo que creemos, lo que pasa es que nos han enseñado a desoír esa inteligencia intuitiva, lástima, porque todo eso que no se dice es más importante que lo que se dice.

¿El autoengaño es la mayor estupidez?
Sí, y contra eso sólo podemos autoeducarnos día tras día. Albert Ellis, creador de la terapia racional emotiva, decía que todo el sufrimiento humano procedía de las ideas irracionales que no son más que exigencias: “Los demás tienen que comprenderme...”.

Pero la cosa funciona al revés...
Exacto, para los demás nuestros problemas son de una levedad inconmensurable. Hasta que aceptamos esto, nos vamos neurotizando cada vez más.

Solemos ser víctimas de nuestra propia manera de pensar.
Sí, nos tomamos muy en serio. Además, nuestra colección de excusas para sufrir se retroalimentan. La verdadera causa de la perpetuación de cada discurso es que se obtiene algo de él aunque sea insatisfactorio, por ejemplo: que las cosas me vayan mal me permite seguir quejándome.

Hablemos de la paradoja: si persigues el sombrero, él insiste en irse volando.
Así son las relaciones humanas: es nuestra pretensión la que genera el problema. Nuestra propia insistencia genera la reacción contraria. Pero la paradoja es la base del humor, y la estrategia más inteligente y airosa de superar una forma de relacionarse estúpida es el sentido del humor.

¿Se le ocurre cómo cultivarlo?
Estando con personas que lo tienen, porque el sentido del humor es un deporte de dos.

Hay quien teme pasar por estúpido.
Tolerar algo no significa que nos parezca bien, sino sencillamente que sabemos que sucede y mientras sucede no lo negamos.

¿Qué pregunta debo hacerme a diario?
Cuánto hay en mi vida que estorba o enmaraña: pensamientos, costumbres, ruido. Alexander Lowen decía que la felicidad es la conciencia de la propia mejora.


miércoles, 9 de marzo de 2011

AMARTE



Amarte es levantar el vuelo
desafiar a dios, reírme de la muerte
sentirme penetrado por tu savia
hendido por el rayo
uncido por la tierra.

Amarte es resucitar en vida
morir una y mil veces
en tu infinito seno,
renacer de tus aguas
desnudo y entregado

Amarte es prender entre tus llamas
arder en tus colinas encendidas,
abrasarme en tu géiser
perecer entre tus pétalos de fuego
estallar en tu vientre

Amarte es abarcar el infinito
beberse el cosmos
verter el mar en tu cóncavo  universo,
encadenar el tiempo,
quemar las naves, saltar hacia el vacio.

Amarte es atrancar todas la puertas
 arrojar las llaves del olvido
beberse las estrellas
y poseer la noche de un abrazo
clavándose la luna en el costado

Amarte a ti, sobre el altar sagrado
de tu cuerpo de hembra primigenia
es el sumo sacrificio, el aquelarre
la ofrenda frutal para la madre tierra.

JUANMAROMO

LA GENERACIÓN DE 68 Capítulo V

 Woodstock ha sido el mayor festival de música y arte de la historia, se celebró en el poblado de Bethel, New York, entre el 15 y el 18 de agosto de 1969, congregó a unos 400.000 espectadores, 340.000 más de los que esperaba la organización, y se estima que 250.000 no pudieron llegar. La magnitud del festival es impresionante para la época, basta decir que el mayor festival nacional en la actualidad, el FIB Heineken, congrega cada año a unos 50.000 espectadores en Benicassim.
Woodstock es el icono de una generación, los miles de jóvenes que asistieron hicieron realidad sus ideales de paz y amor libre, mostrando su rechazo al sistema. Los chicos llevaban melena y amuletos, las chicas faldas de colores. Durante el festival se vivieron intensas noches de sexo, drogas y rock and roll.
Los asistentes fueron la confirmación de un movimiento que cambió una sociedad norteamericana hastiada de las guerras, que pregonaba la paz y el amor como forma de vida, un movimiento llamado de forma despectiva Hippie (que es una variante de hipster, "el que siempre quiere estar al paso de las últimas tendencias") Los asistentes fueron los verdaderos exponentes del "Flower Power". Una tendencia que aún hoy es vivida por muchos jóvenes y adultos.
El Festival congregó grandes artistas de la época y confirmó a algunos desconocidos que en poco tiempo se convirtieron en verdaderas estrellas como es el caso de Joe Cocker y Santana. Los grandes conciertos del festival estuvieron protagonizados por The Who, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Bob Dylan y Blood, entre muchos más grupos y artistas.  
http://funversion.universia.es/musica/reportaje/woodstock69.jsp

La gran lacra de estos años dorados fue la exaltación de los alucinógenos como drogas mágicas que aportaban creatividad y carisma.  Timoty Leary ensalzo el culto al L.S.D. hasta el punto de convertirlo en una religión, grandes artistas como Los Beatles, Los Stones o Dylan, reconocían implícitamente que utilizaban drogas para componer, y el consumo de es tos productos se extendió como un reguero de pólvora.
La psicodelia se manifestó en el arte, en la moda, en la música, las discos simulaban con luces estroboscópicas y proyecciones los efectos de ácido, la paz, el amor y la droga parecían conducir a los jóvenes al paraíso, pero el sueño termino en pesadilla.
 El resultado no se hizo esperar, en poco tiempo Janis Joplin, Jimi Hendrix  y Jim Morrisson  morían de sobredosis mientras miles de jóvenes se enganchaban a los estupefacientes y Joe Cocker tuvo que ser ingresado durante años a consecuencia de su adicción al alcohol y a las drogas.
Los ideales revolucionarios y pacifistas seguían en la onda, Ernesto Guevara, “EL CHE” se convirtió en un ídolo de masas, sus posters estaban en todas las paredes y su puro humeante presidia discotecas y universidades, pero poco a poco el sistema iba devorando a sus hijos y los ideales se transformaron en modas, los hippies en yuppies y los dioses en  ídolos.  Las discográficas  extendieron su imperio y lo que empezó como un movimiento revolucionario, se convirtió en una industria. Era el final de una época.
En el próximo capítulo intentaré  razonar porqué todo acabó siendo un parque temático y adonde fueron a parar los sueños de los años dorados, pero eso es otra historia.

JUANMAROMO






martes, 8 de marzo de 2011

LA GENERACIÓN DEL 68. Capítulo IV

Después de lo que hemos vivido durante este mes, ni el mundo ni la vida volverán a ser como eran.

Seamos realistas, pidamos lo imposible...

Eran ambiciosas, y contundentes, las proclamas que se oían en París, en el mes de Mayo de 1968. La anterior la pronunció Daniel Cohn-Bendit, el por entonces popular dirigente estudiantil, durante los días en que París vivió una eclosión revolucionara que puso en tela de juicio las bases sociales y económicas vigentes: el modo de producción, la jerarquización, la función del estado, la institución e la familia, el sexo. Todas las consignas, todos los lemas del movimiento revolucionario amenazaban con atacar el sistema establecido de forma radical –en su sentido literal: desde la raíz-: “la imaginación al poder”, “seamos realistas, pidamos lo imposible”…
Todo había comenzado el día dos de ese mismo mes, cuando las autoridades de la universidad de Nanterre decidieron cerrar el centro para contener la amenaza estudiantil, que pedía cambios profundos para democratizar la enseñanza. Ese mismo día, el propio Cohn-Bendit, pronto convertido en líder del movimiento, encabezaba una manifestación antiimperialista, a la que concurrieron miles y miles de estudiantes.
Al día siguiente, el rector de la Sorbona, Jean Roche, pidió a la policía que desalojara la vieja universidad parisina, que había sido tomada por una asamblea de estudiantes. Para ello la policía utilizó medidas represivas duras, como gases lacrimógenos.
El lunes día seis, justo después del anuncio de que quedaban cerradas todas las facultades de París, algo más de cuarenta y nueve mil estudiantes se encontraron, de pronto, en la calle. Creció como la espuma la agitación revolucionaria, los estudiantes no arremetieron contra el rector, ni contra las autoridades universitarias, ni contra la policía, lo hicieron contra el sistema: la enseñanza era para ellos un fósil heredado del feudalismo que había de ser reemplazado por un sistema democrático y abierto, no represivo.
Pronto se sucedieron los primeros choques, batallas campales en las que intervinieron más de veinte mil policías. Como en los días revolucionarios, se levantaron barricadas en París, en el Barrio Latino, y los enfrentamientos se saldaron con novecientos cuarenta y cinco heridos, y cuatrocientos veintidós arrestados sólo el lunes.
El martes siete otros treinta mil estudiantes desfilaron por las calles, cantando La Internacional
Al día siguiente apareció el primer número de Acción, el órgano del movimiento revolucionario. Se extendió a toda la ciudad el clima de agitación que emergió en la universidad. El filósofo Jean-Paul Sartre declaró su solidaridad con unos estudiantes que le aclamaron. Las manifestaciones se extendieron a Estrasburgo, a Nantes, a Rennes y a Lyon.
Ese mismo día, el miércoles, el movimiento alcanzó un nivel mayor que marcaría su futuro: los trabajadores se solidarizaron con los estudiantes y pasaron a engrosar las filas de las cada vez más multitudinarias manifestaciones populares. El viernes ocho, y la madrugada del sábado, las calles de París eran un campo de batalla: hasta sesenta barricadas dividían su centro, y los revolucionaron resistieron, con todo tipo de armas improvisadas, el asalto de la guardia republicana.
Por la mañana se daba cuenta de más de setecientos heridos leves, y casi cuatrocientos heridos graves, así como de más de ochenta vehículos quemados.
Ante la amenaza de una huelga general convocada para el lunes trece, el Primer Ministro Pompidou anunciaba una decisión audar: la reapertura de la Sorbona. A pesar de ello, más de ochocientos mil personas se manifestaron el lunes, secundando la huelga.
El martes, la Sorbona fue ocupada de nuevo, y declarada comuna libre por los estudiantes. El movimiento se extendió al conjunto de la sociedad: los estudiantes ocuparon el teatro Odeón, símbolo de la cultura oficial, y su director, Jean Louis Barrault, se les sumaba.
La vida económica se paralizó por las continuas huelgas de todas las industrias, hasta que aparecieron los primeros síntomas de ruptura interna. El dirigente de la CGT, Goerges Séguy, separaba la acción sindical del movimiento estudiantil, declarando un célebre “no a la aventura”.
Perdido el apoyo de los trabajadores, el movimiento estudiantil estaba abocado al fracaso. El Presidente de la República, el general Charles de Gaulle, supo conducir la situación con diplomacia y promesas. Convocó elecciones para cuarenta días después, y prometió importantes mejoras salariales a los trabajadores. Finalmente, los últimos focos de rebelión fueron sofocados con la ayuda de un satisfecho Partido Comunista Francés. Las consignas del movimiento, a pesar de su fracaso, quedaron en la memoria colectiva de millones d personas, y condicionaron de forma profunda el desarrollo ideológico europea del último cuarto del siglo XX.
Así ha sido hasta el punto de que el recién elegido Presidente de la República Francesa, Nicolás Sarkozy, abogó en su toma de posesión por romper, definitivamente, con los ideales del 68. En mayo de 2007, casi cuarenta

 http://www.laguia2000.com/francia/mayo-del-68

El impacto del Mayo Frances en españa fue determinante. la oposición antifranqusista tomó conciencia de las posibilidades de una manifestación generalizada y comenzaron las movilizaciones, pero la policia cargó duramente contra los manifestantes causando decenas de heridos. Las fuerzas represoras entraron en la universidad y hubo cientos de detenciones, palizas y encarcelamientos. La revuelta fue acallada a sangre y fuego pero los "cantores" desde dento y fuera del pais siguieron con su lucha, los sindicatos seguían trabajando en la sombra y la juventud tomaba conciencia de su fuerza, de sus derechos y de sus responsabilidades, todos sabíamos que estábamos viviendo un momento histórico.  Mientras al otro lado del oceáno Woodstock calentaba motores.





EL DIA DE LA DERROTA

 
 
 
Emma Riverola Escritora
  El calendario de las causas está plagado de efemérides especiales. Muchas pasan desapercibidas, pero de conocerlas y sentirlas, emprenderíamos los días con ánimos muy diversos. Imagino unas mañanas teñidas de voluntad para esas fechas dedicadas a los principios más nobles: la solidaridad, la tolerancia, la paz o los derechos humanos. Otras celebraciones nos llevarían a la melancolía de los recuerdos o a la reflexión del futuro, como el Día del Niño, el de la Juventud o el eufemístico de las Personas de Edad. Otras jornadas nos impulsarían a buscar en la agenda un momento para ese chequeo pendiente: el Día de la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica, de la Visión o la Diabetes. Más difícil resulta imaginarse el transcurrir del Día de la Aviación Civil o el de las Cooperativas.

De todos, hay un día del que nunca nos olvidamos. Esta jornada teñida de violeta que acapara titulares, datos -la mayoría deprimentes- y alguna que otra protesta. El Día de la Mujer es en sí mismo la celebración de una derrota. La constatación de que, aun siendo la mitad de la humanidad, seguimos yendo uno o cientos de pasos por detrás que los hombres. Un día de protagonismo. Uno de 365. Como la jornada del sábado en el palco del Barça. Una imagen. Una excepción. Un adorno. Un condescendiente privilegio del poder dominante. Reinas por un día… Siempre que la jornada no coincida con la Champions.

Cómo me gustan esos hombres


 
 
Rosa Cullell Periodista

  Los que te cogen por la cintura y te arrastran, sin mediar palabras, a dar unos pasos de baile. Los que, al verte entrar, se molestan en mirarte y te dicen algo agradable, una frase para recordar cuando lleguen tiempos peores. Los que aún hoy, a pesar de tanto pensamiento políticamente correcto, se atreven a invitarte al café. Hombres llenos de contradicciones, a veces buenos y otras peores, a los que las mujeres no les asustan, que se acercan a nosotras tranquilamente, con admiración, afecto, interés, incluso deseo. Si alguna les malinterpreta, qué se le va a hacer; no insisten, pero tampoco se justifican. Les gustan las señoras y se alegran al verlas. Eso es todo. Más de lo que cabe esperar.

Hace tiempo, en un ascensor que tardaba siglos en subir, uno de esos señores se quedó mirándome -yo acababa de cumplir los 15, vestía uniforme y me recogía el pelo con una cinta azul- y dijo: «Cómo me gustaría tener 40 años menos y coincidir contigo en un ascensor». Tranquilos, iba acompañada de mi abuela, que le contestó: «No sueñe, querido vecino, el ascensor nunca pasa dos veces». Y ambos, ante mi asombro adolescente, se pusieron a reír a carcajadas. Muchos días, cuando salgo de casa, al mirarme en el espejo del recibidor y ver que las ojeras me llegan al ombligo, recuerdo a aquel atractivo cincuentón. Salgo a la calle escondida tras mis gafas de sol, pero sintiéndome mejor.
Da igual que se fijen en tus piernas, admiren tu nuevo vestido, disfruten hablando contigo o, simplemente, quieran ir al cine o trabajar en el mismo proyecto; con esos hombres que aman a las mujeres, aunque no sean de los que disfrutan acostándose con ellas, da gusto coincidir en la vida. Lo pensé la otra noche, durante la ceremonia de los Oscar, viendo a Kirk Douglas rodear con un brazo el cuerpo de la sonriente Melissa Leo, mientras con el otro se sujetaba al bastón. Cuando oigo a un señor así, a un actor de 94 devastados pero fabulosos años, decir «me encantan las mujeres», siento ganas de aplaudir. Cómo me gustan los hombres que envejecen bailando, agarrados a tu cintura.

lunes, 7 de marzo de 2011

BAJA COSTURA



Emma Riverola


Galliano nos ha escandalizado. Sus palabras son asquerosas, sí. Están a la altura de ese borracho repulsivo que, en la esquina de un bar, farfulla que las mujeres son unas zorras merecedoras de una bofetada o que los inmigrantes deberían estar, con sus pateras, en el fondo del océano.
No voy a defender a Galliano ni su empleo. Si en vez de premiar a los aduladores y los calientasillas inútiles, las empresas se limpiaran de racistas, misóginos y acosadores, el aire sería más puro. Aunque muchos despachos quedarían medio desiertos. Pero las hipócritas voces plañideras de los gurús de la moda, rasgándose las vestiduras por el perjuicio que Galliano ha causado a la industria, me parecen pornográficas. ¿Acaso la alta costura viste a las seguidoras de la madre Teresa de Calcuta? Sus ropas no solo se pasean por la alfombra roja del espectáculo. Son un certificado de la opulencia y el poder de cierta escoria del planeta. Sus modelos se lucen en los templos de la corrupción, en los cócteles de los tipos que han hundido la economía mundial (pero no las suyas), en las fiestas manchadas de sangre de los dictadores de turno. Esos que no solo bravuconean agarrados a una copa, sino que masacran cada día a sus pueblos. ¿También van a cerrarles las puertas a esos rentables clientes en pro de la dignidad?
Nadie es puro. Nadie. Pero no necesitamos lecciones morales de Dior ni de Lagerfeld.

domingo, 6 de marzo de 2011

LA GENERACIÓN DEL 68 Capítulo III



La guerra de Vietnam estaba en su apogeo, los bombardeos masivos, la quema intensiva de cultivos y las miles de bajas estadounidenses generaron un estado de opinión en contra de la intervención en indochina que se extendió por el mundo como un reguero de pólvora.
 Millones de jóvenes, la mayoría estudiantes se movilizaron en manifestaciones gigantescas, la cultura contestataria encabezada por Marcuse o Cohn -Bendit florecía en el corazón de los jóvenes, que descubrían en Sartre o Camus la cultura existencialista y las ideas de la nueva izquierda. El eurocomunismo, ganaba adeptos y los sindicatos e intelectuales luchaban ferozmente contra el sistema.
Los músicos concienciados crearon un movimiento basado en el folk que encabezado por Dylan, Joan Baez en USA y por Brasens o Brel en Europa, crearon auténticos himnos en contra de la opresión y de la guerra mientras el movimiento hippy se extendía desde California al resto del mundo. Miles de jóvenes de agrupaban en comunas en donde cultivaban el campo, el amor libre y la artesanía en una nueva forma de sociedad, como no podía ser de otra manera traían con ellos una nueva música. La cultura de las flores y la paz, del "Make love, not war", nos dejaron artistas de la talla de The Mamas&The Papas o Barry Mc Guire, una nueva juventud pretendia cambiar el mundo a golpes de guitarra.
En España, la "Nova Canço" con Raimon, Serrat o Lluis Llach, o
y cantautores en castellano como Aute, Pablo Guerrero y Paco Ibañez , nos daban a conocer a poetas prohibidos o marginados por la dictadura, Miguel Hernandez, Antonio Machado o Garcia Lorca, se convirtieron en portavoces de las inquietudes sociales en un país que empezaba a despertar de una pesadilla.
El rock evolucionaba hasta niveles impensables, músicos de élite como Emerson Lake &Palmer creaban auténticas sinfonías electónicas, mientras la música negra, en la voces de Otis Reding o Aretha Franklin causaban estragos en las discotecas, pero no todo era idílico, un peligro implacable planeaba sobre esta nueva cultura de amor y libertad; el demonio de las drogas.



viernes, 4 de marzo de 2011

LA GENERACIÓN DEL 68 Capítulo II

Había nacido la ola YEYE,  jóvenes rebeldes que disfrutaban rompiendo los tabúes de sus padres, creando una nueva música y una nueva forma de ver el sexo, pero todavía no existía un compromiso político o social.  Con el Opus en el poder, España entró en el desarrollismo, la autarquía quedó atrás y el consumismo empezó a enseñar las orejas.
Los jóvenes eran un mercado a explotar y se montaron las primeras discotecas, las discográficas buscaban nuevos talentos, y el mercado del disco empezaba a ser apetecible, uno de los sueños de cualquier chaval era tocar en un grupo. Durante estos años se formaron miles de "conjuntos" que se creaban y desaparecían en cuestión de meses, pero que insuflaban un aire nuevo a una sociedad casposa y enquistada.
La mujer comienza a incorporarse al mercado de trabajo, no ya como cocinera o dependienta, si no aportando titulaciones y preparación como para optar a puestos de responsabilidad y los movimientos feministas empiezan a tomar cuerpo en todo el mundo.
Con los Beatles ya digeridos por el sistema, había que crear un nuevo paradigma contestatario, y aparece el grupo más longevo de la historia Los Rolling Stones.
Si los Beatles eran rebeldes, los Rolling eran rompedores. Camisas de flores, melenas aparentemente desgreñadas y movimientos "obscenos" en el escenario. Una música mezcla de rock y blues que arrasaba en el escenario, la juventud se dividió en dos bandos, los fans de los Beatles y los de los Stones, aunque a la mayoría nos gustaba los dos.
La venta a plazos se extendió a todos los niveles y la entrada masiva de turismo, nos enseñó que había otro mundo y otras costumbres más allá de los Pirineos. Con una censura férrea y cerril, los viajes a Perpignan se convirtieron en un rito para los amantes del cine de Bergman, Fellini o .Bertolucci, las nuevas ideologías empezaban a revitalizar a la juventud. El partido comunista y el sindicato CCOO en la clandestinidad, emprendian su lucha titánica contra el sistema. Lo que empezó como una moda estaba mutando en una revolución, pero lo peor estaba por llegar. 



El aliento del monstruo

 

Emma Riverola Escritora  

Estamos frente a un monstruo. Un monstruo que nos ensordece con sus rugidos, que nos hiere con sus manotazos y nos aterroriza con su crueldad. Con cada nueva acometida, echamos un paso atrás. Retrocedemos. El paro femenino se dispara. La cifra ya escasa de directivas se torna ridícula. Los logros conseguidos, gota a gota, durante las últimas décadas se desvanecen.
El mónstruo se  agita, parece que se aproxima. Recortes en el sistema sanitario. Más listas de espera. Menos proximidad. Otro rugido. Un zarpazo en el aire. Otro paso atrás en educación. Menos personal de soporte. Menos atención a la diversidad. Más fracaso. Más retrocesos. Sentimos en el rostro el aliento fétido del monstruo y ya no sabemos de qué más despojarnos. Estamos perdiendo las casas, las ayudas, los empleos y los servicios. Paso a paso, desandamos lo recorrido y tememos topar, en cualquier momento, con la espalda contra un muro. La muralla de la injusticia y la desigualdad. Ese día se aproxima, si no ha llegado ya. ¿Y entonces? ¿Nos quedaremos con el cuerpo pegado a la muerte, dominados por el terror, esperando en la oscuridad el último y definitivo zarpazo? ¿Pactaremos con el diablo para que nos libre del mal e hipotecaremos el futuro y nuestra libertad? Quizá deberíamos empezar a mirarnos unos y otros, inventarnos el valor y decidirnos a cambiar el rumbo de la historia. Eso… o la esclavitud.

Los adolescentes se inician en el sexo cinco años antes que sus abuelos

STUDIO DEL HOSPITAL SANT JOAN DE DEU

El consumo de alcohol y drogas y la influencia del entorno de amigos facilitan las prácticas sexuales


Los adolescentes españoles tienen su primera relación sexual a los 18,2 años como edad promedio, mientras que hace 50 años la edad media de la iniciación al sexo era de 23,8 años. El porcentaje de mujeres que han tenido su primera relación sexual completa antes de los 16 años se ha multiplicado por 12.
Estos son algunos de los datos que se extraen del informe El adolescente y su entorno en el siglo XXI del Observatorio de Salud de la Infancia y la Adolescencia del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona. Según los autores del estudio, la menor percepción de las circunstancias de riesgo, el consumo no controlado de alcohol y de drogas y la presión del entorno de amigos han facilitado las prácticas sexuales en los últimos años.
El número de relaciones sexuales por mes entre los 15 y los 19 años es de 9 veces en el caso de las mujeres y de 8 veces en los hombres. La edad de la primera relación sexual se ha avanzado y en un 16% de la población juvenil se produce antes de los 16 años.
Conductas irresponsables
El jefe del Servicio de Ginecología de Sant Joan de Déu, Josep Maria Lailla, ha explicado que las conductas sexuales "irresponsables" están aumentando "por la falta de formación, la carencia de valores y el influjo de los medios de comunicación". Lailla apunta que "un 29% de los jóvenes afirman que han tenido relaciones sexuales presionados por su entorno y un 33% reconocen que han ido demasiado deprisa en su sexualidad".
La primera consecuencia derivada de la sexualidad "inmadura" es el embarazo no deseado, al que se exponen un 13% de los jóvenes, los que no utilizan ningún método anticonceptivo en sus relaciones sexuales. Los autores del estudio abogan por promover la educación sexual en la familia y en la escuela, fomentar el uso del preservativo para evitar embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual, y demorar el inicio de las relaciones sexuales hasta una edad "con la madurez suficiente en la que tenga un contenido afectivo y no influenciable por el entorno".

"Cuando a una persona se la reconoce, crece"

Saturnino de la Torre, catedrático de Didáctica e Innovación Educativa en la UB

Victor-M Amela, Ima Sanchís, Lluís Amiguet
 
Foto: Llibert Teixidó
Lo mejor de uno
Empezó siendo profesor de primaria y de bachillerato hasta que entendió que a quien había que formar era al profesorado. Ha sido coordinador del Grupo de Investigación y Asesoramiento Didáctico, promotor de la Red Internacional de Creatividad y presidió la Asociación para la Creatividad. Toda su vida ha girado en torno a la innovación educativa, la creatividad y su estimulación, con más de cuarenta títulos publicados. ¿Educar es sacar lo mejor de cada persona¿, asegura. Para él, nunca es tarde para aprender a vivir y a relacionarse, por eso impulsa el III Forum Internacional Innovación y Creatividad. La adversidad como oportunidad (sidtransdiciplina@yahoo.es).
¿Qué aprendió como maestro?
Lo importante que es el cariño, el trato, el generar confianza... Transmitir al alumno la idea de que crees en él.

¿En todos?
Todo alumno tiene al menos una capacidad que le hace sobresalir; debemos ayudarle a encontrarla, porque cuando a una persona se la reconoce, crece y se entrega al aprendizaje. La ciencia nos está demostrando que pensamiento y emoción están unidos, así nace un nuevo concepto...

Sentipensar.
No hay ninguna acción humana, dice el biólogo Maturana, sin una emoción que la establezca y la torne posible como acto. Tanto el pensar como el actuar ocurren en el espacio determinado por las emociones.

¿Y cómo se lleva a las aulas?
Siendo conscientes de que se aprende con todo el cerebro. Palabra, imagen, música, símbolos, se refuerzan unos a otros.

¿Eso significa que hay que relacionar la música con las matemáticas y la lengua?
Sí, se trabaja con proyectos integradores de varias disciplinas, se incorpora la vida en el aula.

¿Y qué conseguimos con eso?
Hasta ahora nuestra educación ha estado basada en contenidos empaquetados y el alumno se ha alimentado de este tipo de comida.

No suena muy bien.
Es necesario otro tipo de alimentación que les ayude a desarrollar competencias, conocimientos, habilidades, actitudes, valores... Estamos formando a la persona, al ser.

Cuénteme sus experiencias.
Hay jóvenes que han llegado al bachillerato sin sentir ningún tipo de emoción hacia el conocimiento, sencillamente porque hemos sacado la emoción de las aulas.

Puro trámite para el futuro.
Así es. Hay que cambiar la conciencia, en la educación hacen falta reformas de base, de visión, darnos cuenta de lo importante que son los valores, las relaciones. Mi función no es enseñar, sino hacer que el alumno aprenda.

Está claro que algo falla.
Hemos pasado por cuatro grandes etapas en la educación. En la era agrícola el fundamento de la educación eran las creencias. En el siglo XVIII vino la industrialización y con ella la instrucción, el conocimiento de la ciencia. En los años ochenta aparecen las telecomunicaciones y pasamos de los conocimientos a las competencias, del creer al tener: conocimientos, riqueza, poder...

¿Y ahora?
Estamos en el saber hacer, y debemos educar para ser. Simplificando mucho, educar es sacar las capacidades y la bondad que hay en las personas. En todo ser humano hay creatividad y hay bondad, ¿por qué no tratar de compartirla?

La creatividad es uno de sus temas.
Treinta y ocho años de investigación. En la infancia tenemos un gran potencial creativo que luego queda dormido y emerge, en el mejor de los casos, ante la necesidad, ante la adversidad. ¿No sería mejor incorporarlo como herramienta desde la infancia?

¿Cómo?
Eso es lo más fácil: hay que dejar hacer. El 95% de los alumnos son creativos y sólo lo son el 5% de los adultos, ¿Qué ha pasado?

¿Se ha perdido por el camino?
Sí, por los patrones cerrados de la educación y de la sociedad. El alumno tiene capacidad de crear ideas, de inventar, de vibrar, de emocionarse. Y la emoción es el patrón más importante para que la creatividad emerja.

¿Y para mantenerla a flote?
Favoreciendo su expresión y educándola de acuerdo a las edades: en la primera infancia se expresa a través de la fantasía; en la edad escolar, en la aventura y la incitación al descubrimiento; en la adolescencia, en los retos, y en la juventud, en la búsqueda de las innovaciones y la proyección social. Y se trabaja a través de proyectos integradores.

¿Y cuál es la esencia de esos proyectos?
El camino es crear las condiciones para que emerja la creatividad en ellos y aplaudirla. Si un alumno interviene con algo creativo hay que aplaudirle literalmente. La sensación que siente por ese reconocimiento de su profesor y compañeros es imborrable. Si reconoces una cosa pequeña, se multiplica.

Creatividades hay muchas. ¿Qué hay que aplaudir?
La creatividad debe llevar valor, salir de sí para que el otro se beneficie, y cuando los demás reciben eso y se emocionan, y sienten y les toca, la creatividad se contagia y se multiplica. Se trata de crear habilidades, actitudes, hábitos, competencias básicas.

Entiendo.
Hay que formar en la flexibilidad, que es uno de los valores importantes junto a la adaptación de la creatividad, quien los ha asumido no tendrá fracasos porque será capaz de mudar, de adaptarse a situaciones.

... Condición para la felicidad.
Se trata de crear un escenario más que un aula, de utilizar toda clase de recursos que tengan un componente emocional. Detrás de cada gran idea hay una emoción, una profunda pasión, un deseo, una necesidad de hacer y de comunicar.

¿No le pedimos demasiado a las aulas?
Cuando estoy enseñando matemáticas, con mi manera de hacer estoy transmitiendo unos valores implícitos. Cuando tomo conciencia de ellos y los hago explícitos toman un valor mayor: el del sentido.
 

jueves, 3 de marzo de 2011

LA GENERACIÓN DEL 68. Capítulo I



Todos aquellos que bordeamos los 60, pertenecemos a una generación a la que le tocó romper los corsés que amordazaban nuestra libertad desde tiempos inmemoriales.
 Durante siglos, y especialmente en España, La Iglesia Católica ejerció un poder omnímodo sobre la sociedad, incluso los que habían luchado contra ella aceptaban de mejor o peor grado sus costumbre y consignas. El sexo era tan solo el medio de reproducirse, el matrimonio canónico era la única forma de convivencia en pareja, la mujer era motivo de pecado y como tal debía ir recatada mostrando su epidermis lo menos posible. 
Los horarios eran rígidos, las 10 de la noche era la hora bruja, la mujer que no estaba en su casa recibía las iras y el castigo de sus padres aunque con los hijos eran mucho más permisivos. La autoridad paterna era incuestionable, una simple mirada bastaba para poner a cada uno en su lugar y las órdenes se cumplían a rajatabla.
Las normas eran inapelables, la apariencia y el "qué dirán" marcaban la vida diaria en una sociedad dominada por el miedo y la hipocresía. 
En España, la dictadura hacía imposible cualquier tipo se movimiento intelectual o social que no comulgara ruedas de molino, la policía podía dispersar un grupo de más de cinco personas sin dar explicaciones, y una vez conseguido el permiso para una reunión, un agente o censor velaba porque se respetara la ilegalidad vigente.
La vida laboral era un reflejo de la vida social, el empresario tenía todos los derechos y los trabajadores, las obligaciones, el "sindicato vertical" velaba para atajar cualquier conato de huelga o sedición por parte de un proletariado vencido y desarmado. Pero en un momento indeterminado, al principio de los 60, algo removió las entrañas del sistema.
Un grupo de melenudos berreando obscenidades en inglés empezó a sonar por las emisoras de radio y un ritmo casquivano hasta entonces escondido en los antros, el Rock&roll se apoderó de las salas de baile desplazando al pasodoble o al bolero. Los pastores de la iglesia intuyeron el peligro, y las parroquias se cubrieron de pasquines tildando a Los Beatles como el nuevo anticristo.
Los adolescentes, endemoniados por esos ritmos satánicos, se dejaban melenas, vestían pantalones acampanados, chaquetas de cuero con clavos y botas negras y puntiagudas, y lo que era peor,  osaban  cuestionar las órdenes de sus padres. La chicas empezaron a calzar pantalones y unas faldas por encima de las rodillas que además marcaban sus curvas de una manera pecadora y lasciva. Las parejas se besaban por la calle e incluso los más pervertidos, vivian juntos sin pasar por la vicaria.
La revolución había empezado, pero esto era solo el principio.




JUGAR A MORIR

 

 
Emma Riverola Escritora
  Ella no aparece en ese vídeo que ha dado la vuelta al mundo. Ella está detrás de la cámara. Sentada en el suelo, junto a otras madres que, por unos minutos, han dejado la comida en la lumbre y miran cómo juegan los niños. Su hijo mayor es el protagonista. Ella le ha dejado un velo para cubrirse el rostro. También su niño menor sale en el vídeo, es el renacuajo que no deja de reír y moverse. A ella también se le escapa una sonrisa cuando lo ve. Pero pronto el gesto estalla en espinas que se clavan en los pulmones. Justo cuando el mayor, con un gesto contundente, simula inmolarse. Por unos segundos, el polvo lanzado al aire parece detenerse y su respiración se torna punzadas. Millones de átomos que estallan en contacto con las espinas. Una eclosión que le roba el aire y la razón. Los niños corren hacia las supuestas víctimas. Y los pequeños actores mantienen sus rostros impávidos. Ella sigue con el pecho paralizado. Los ojos de su niño, cerrados. El aire, en suspenso. El mundo, detenido. Marchito. Muerto.

Al fin el vídeo acaba y los niños estallan en risotadas y la madre aplaude y ríe y se levanta para acabar de preparar la comida y besa a sus niños y les grita que regresen pronto a casa y se limpia las ropas de polvo y, al alzar la vista, cruza la mirada con la de otra madre y las dos se hablan sin palabras y los silencios se tornan rezo y… que Dios les deje seguir jugando.

"Mucho Twitter, mucho Facebook y nada que decir"

Michael Wadleigh; ganador del Oscar en 1969 por su documental 'Woodstock'

Victor-M Amela, Ima Sanchís, Lluís Amiguet
 
Foto: ROSER VILALLONGA
¿Y si vuelven los 60?
Michael va con su Oscar del 69 a todos lados. Lo tiene hasta desgastado por el roce. Me lo deja coger... ¡y pesa mucho! Enseguida viene un camarero a pedírselo, ¿que el jefe lo quiere ver¿, y él se lo presta complacido. Wadleigh va vestido como los hippies de su filme, pero cree tanto en su época que a él no le queda postizo. Le pregunto si no vive un poco congelado en los 60. Y no se mosquea. ¡Bien! Al contrario, responde encantado que sí. Tal vez Michael no idealice la década sólo porque él entonces era joven. Quizá aquellos años sucedió algo que no ha muerto; que sólo está dormido. Cualquier tiempo pasado fue anterior, pero igual un día de estos se nos despiertan los sesenta. Fíjense en los árabes.
Cómo empezó a hacer cine?

Ahhhh... ¡Qué pregunta más aburrida y previsible! ¡Motíveme, hombre! Provóqueme o aquí nos vamos a dormir todos. ...

¿Cuántos años tiene, Michael?
...¡Vaya! Eres un tío duro.


¿Cuántos años dice que tiene...?
Esto... Cerca de 70. Nací en el 42, en Ohio.


¿Maduramos o sólo envejecemos?
Buena pregunta. Yo amo todos mis años.


¿Por qué?
Porque gracias a mi edad pude ser joven en los sesenta, la década de mayor creatividad, transformación y progreso del siglo.


...
Conocí y traté a Luther King y experimenté la revolución de las conciencias de Gandhi. Viví un momento en el que los mayores talentos del siglo competían y cooperaban para lograr componer la mejor música. Y no lo hacían sólo por vender más discos ni ganar más dinero ni ser los más de nada, sino por el puro placer de crear y compartirlo.


¿Tan triste le parece lo que vivimos?
Hoy, como mucho, cambian a veces los políticos, pero ni siquiera las políticas, y menos aún se plantea nadie cambiar conciencias.


¿Los 60 no fueron un poco iluminados?
Al contrario, fueron mucho más realistas. En los sesenta nos dimos cuenta de que ganar más y más dinero y consumir más y más hasta agotar todos los recursos disponibles era entonces –y es hoy– muy poco realista.


¿Qué ha cambiado?
Que si hoy dices lo obvio eres un peligroso idealista fuera de toda lógica.


¿Cuál es la lógica de nuestros días?
Sólo importa lo cuantificable: las cifras, porque son inmediatamente transformables en resultados: en una cantidad de dinero y con él se mide el éxito o fracaso. Todo lo que no se puede medir en dinero está fuera de esa competición que todo el mundo cree correr.


¿Y en los sesenta no importaba la pasta?
¡La guitarra de Jimi Hendrix!


El mejor: no se lo discuto.
Pero no por su guitarra. Se han invertido fortunas en mejorar las guitarras eléctricas desde entonces, pero nadie ha vuelto a tocar como él. El progreso no está en la guitarra sino en el modo de tocarla y en las conciencias de quienes la escuchan.


Eso es más difícil de cuantificar que las ventas de un disco.
La ignorancia del público se cultiva haciéndoles creer que mejorar la música es tener guitarras más potentes, que avanzar es tener un coche más rápido y comunicarse, pasarse la vida ante una pantalla: mucho Twitter; mucho Facebook... Y nada que decir.


Yo veo jóvenes inteligentes y capaces.
Son magníficos, buena gente, pero no cuestionan nada: creen que lo que hay es lo único y se conforman con ser uno más dentro de ese triste posible. Su reto sólo es ganar más. En los sesenta, la clase media se autoanalizó y lo que vio no le gustó y puso el mundo entero patas arriba, pero desde dentro, desde las conciencias. Por eso adoro tener 70 años, porque me permitieron vivir aquello.


¿Puedo preguntarle ahora cómo llegó a filmar el documental 'Woodstock'?
Mis padres eran maestros de escuela: lucharon por los derechos civiles en el sur. Yo estudié Medicina en Columbia para ser útil, pero también tenía una Harley...


Gran motocicleta.
...E iba al Apollo en Harlem a escuchar música negra. Así conocí a quienes hicieron posible mi documental. Woodstock fue el lugar donde en 1911 se fundó el Partido Comunista de Estados Unidos, un sitio vinculado a la lucha por la igualdad: el lugar donde los estudiantes y los obreros confraternizaron, se dieron la mano y cambiaron la historia.


Hoy aquí coinciden en la cola del paro.
En mi documental, entre Joan Baez, Bob Dylan, Pete Seeger o el gran Hendrix, también aparece de repente el que limpia los váteres del concierto de Woodstock...


Ningún trabajo es menos que otro.
Era el hombre que sacaba la mierda de los niños que ven el concierto. Pues bien, ese señor sonríe a la cámara con naturalidad y explica lo contento que está de sentirse útil.


Me gustaría haberle conocido.
Era sincero. Y nos cuenta que tiene un hijo pacifista allí, escuchando el concierto, y otro hijo soldado combatiendo en Vietnam, en un escuadrón de helicópteros. ¡Y la gente al oírlo se levanta y aplaude! Porque ese tipo hace un trabajo que ellos no harían jamás...


Nunca digas este váter no limpiaré...
Y, en cambio, es feliz al hacerlo, es útil; mucho más que los millonarios, los políticos y los militares preocupados tan sólo por seguir siendo poderosos; esos que han enviado a su hijo a Vietnam y ahora llaman delincuente y aporrean a su otro hijo pacifista.


¿Es la mejor escena de 'Woodstock'?
Aparece también un joven hermoso con una larga barba rubia contando que es hijo de inmigrantes europeos que llegaron a América para tener un coche y una casa y a él enviarlo a la universidad. ¡Triunfaron!


...
Y él se pregunta ahora si triunfar es esto: acumular, guerrear, dominar... Y dice que va a repensarse lo que es triunfar. Y concluye que para él triunfar es ser humano.


¿Qué hizo usted tras Woodstock?
Me fui a Hollywood aupado por el Oscar, pero allí convirtieron mi trabajo en una farsa comercial. Lo abandoné para dedicarme a ayudar a los demás en África y Asia con mi chica, Brigitte. Soy útil, un ganador, porque no deseo más de lo que tengo.

 

miércoles, 2 de marzo de 2011

INTERNET, LA VOZ DE LOS SIN VOZ

En un momento en el que "El gran Hermano" está empezando a tomar el control de los medios de comunicación globalizados, en una tesitura en el que el poder y la política se encaman y engendran gigantescos emporios mediáticos que crean y manipulan la noticia, solo hay una puerta abierta a la verdad, internet.
A pesar de los desesperados intentos por controlar la WEB, para bien o para mal nada ni nadie ha podido ponernos el bozal, nos pueden cerrar un Blog, expulsarnos de Facebook o banearnos de un foro, pero por cada puerta que se cierra se abren mil a nuestro paso.
Somos como gotas de deshielo en lo alto de un pico, una a una no somos nada, nos evaporamos o se nos traga la tierra, pero si logramos unir millones de gotas, formaremos un torrente que arrasará los cauces enfangados y dejará paso a la verdad.
Tenemos la herramienta, ahora debemos aprender a utilizarla y trabajar en equipo, no olvidemos que las revueltas de Egipto y Libia han sido promovidas desde las redes sociales a pesar de todos los impedimentos que han interpuesto los dictadores.


Recuerdo la legendaria serie V, en ella la resistencia, utilizaba un primitivo internet para comunicarse sin ser interceptados, en aquella época nos parecía ciencia ficción, pero hoy la realidad la ha superado ampliamente.
Los blogs pueden ser diarios independientes donde expresarnos sin presiones ni cortapisas, el bloguero puede ese cantor que nadie acalla, esa mosca cojonera en los webs del poder. Todos aquellos que estamos comprometidos en esta lucha tenemos la responsabilidad de seguir cantando por todos aquellos que no tienen voz. Que la poesía sea un arma, que la música sea un obús, que la blogosfera sea el cuartel general desde donde se barra el monopolio de las grandes cadenas y de los mercenarios de la prensa. es nuestro derecho, es nuestra responsabilidad.

JUANMAROMO



LA RATA

votar en contra)  
Emma RiverolaEscritora
Un condenado tumbado boca arriba, inmovilizado. Sobre su vientre, una jaula con una única abertura pegada a su piel. En el interior, una rata. Una rata rabiosa y aterrorizada. Una rata que pugna por abrirse una vía de escape.

El tormento de la rata se remonta a la antigua China, fue también utilizado por la Santa Inquisición y tuvo su variante en los centros de tortura de las dictaduras de Chile, Argentina y Uruguay, donde las ratas eran introducidas por la vagina de las mujeres. Ratas que muerden, cercenan, defecan y orinan en el cuerpo de la víctima. Ratas que, desesperadas por encontrar una escapatoria, devoran las entrañas de un cuerpo impotente. Cada dentellada, un tormento insoportable, un desgarrador aullido de dolor, un poco más de muerte.
Los últimos días de Gadafi son las postreras convulsiones feroces, sanguinarias y delirantes de una rata. Una alimaña que no duda en devorar a su pueblo en su inútil y cruel búsqueda de una salida. Pero esta vez el cuerpo atormentado se ha liberado de las cuerdas que lo inmovilizaban. La rata aún está dentro, arrancando vida, infectando vísceras, rasgando los tejidos más débiles, cada vez más enloquecida y perdida en un amasijo de sangre y carne. Pero las garras de la víctima ya hurgan en su propio interior. Ahora solo queda un último pero liberador dolor: arrancársela del vientre. No habrá piedad para la rata.

EL INFIERNO ES VACÍO

Primero es el vacío,
ese vacío helado y asfixiante
que te desgarra el alma,
ese tajo en el vientre
que te mira a los ojos con tristeza fiera.

No hay fuego en el infierno
el infierno es vacío,
silencio impenetrable
y glaciales miradas,
los ecos de tu ausencia
clamando en la distancia
reventando mis tímpanos
con sus mudas navajas.

 Primero es el vacio
ese frio acerado y lacerante
que te muerde la entraña,
esa lágrima seca
que no moja pero sabe a vitriolo,
esos ojos ausentes
como cuencas sin alma,
ese ¡Todo está en orden!
ese ¡no pasa nada!....

JUANMAROMO

martes, 1 de marzo de 2011

EL ESPEJO DEFORMANTE



No sé porque me complico la vida, siempre pendiente de hacer las cosas bien, de ser detallista, de ser amable, siempre pendiente de la gente que me rodea, de que todo funcione, de que todo salga a pedir de boca. Cuando algo falla, cuando noto que alguien está incómodo ya me siento culpable, ¿que habré hecho? ¿que habré dejado de hacer? ¿en que habré fallado? .
A veces envidio a esos tipos que pasan de todo, que todo les da igual, a esos que solo se preocupan de sí mismos y de sus intereses, pero imagino que uno lo lleva en los genes y a estas alturas es imposible cambiar.

Ese perfeccionismo obsesivo tiene muchas facetas, los hay maniáticos de la limpieza, del orden, del método, son personas que están continuamente limpiando, ordenando, pero que nunca están satisfecho con el resultado, a mí me pasa lo mismo pero en el ámbito de las relaciones humanas, siempre me parece que no hago lo suficiente, que no aporto todo lo que puedo, que podría comportarme aun mejor.
Esto me produce una sensación de desasosiego, de angustia y de impotencia, un complejo de culpa que ensombrece muchos momentos de mi vida en los que me siento un fracasado. Soy incapaz de enfrentarme al sufrimiento, a la tristeza al desamparo  sin sentirme en parte responsable, sin dejar de pensar que si hubiera hecho las cosas de otra manera, eso no hubiera sucedido. Quizás arrastro desde niño ese complejo porque cuando había alguna movida, allí estaba yo, cuando había que dar la cara, allí estaba mi cara y al final yo era el culpable de todo, era culpable hasta de mis enfermedades, antes no me importaba en absoluto, pero ahora me siento el único responsable.
Sé que debo luchar contra esa imagen siniestra, que debo salir al sol y dejar que la luz  me ilumine,  cada vez tengo más claro que lo que yo tengo de más, alguien lo tiene de menos, que buscar la felicidad es un acto de egoísmo en medio de tanta miseria, pero también sé que me debo a las personas que me quieren, que me necesitan y que difícilmente serán felices si yo no lo soy.  ¿Tan difícil es lograr el equilibrio entre lo que soy y lo que quisiera ser, entre lo que puedo hacer y lo que quisiera hacer?.
Nunca he pedido a la vida riquezas, tan sólo paz, amor,  y una brizna de sabiduría, quizás he pedido demasiado, y la vida me ha castigado regalándome un espejo deformante.

JUANMAROMO

Hipotecar la vida entera



 
Rosa Cullell 

Marta, enfermera en paro, tenía una hipoteca que ascendía a 250.000 euros, cantidad coincidente con el precio tasado. Dejó de pagar. El piso se subastó y no encontró comprador; se lo quedó el banco por la mitad de su valor (es decir, por 125.000 euros). Hoy, Marta ya no tiene casa y sigue debiendo 125.000 euros, más 50.000 de las costas. Total: 175.000 euros.

Lo mismo o parecido les ha pasado desde que empezó la crisis a unas 250.000 familias -las catalanas encabezan la clasificación-, que han visto cómo sus pisos eran adjudicados en subasta. Muchos españoles firmaron hipotecas creyendo que el tocho nunca baja de valor; en un caso extremo, se devuelve el inmueble y ya está. Lástima, eso no es lo que dice la ley.
A Marta le hubiera gustado que el notario o el jefe de su oficina bancaria le hubieran advertido. Del contenido del artículo 570 de la ley de enjuiciamiento civil (LEC), donde se establece que si un inmueble se adjudica por debajo del valor del crédito, pierdes tu casa, pero continúas debiendo lo que falta hasta el total prestado, más costes. Y, si no sale comprador, la entidad financiera puede adjudicarse el bien por el 50% del valor de tasación.
Quizá, solo quizá, Marta no hubiera firmado, aunque eran tiempos de vacas gordas, cuando nadie creía que los pisos podían bajar de precio. Los afectados saben que son responsables, pero les cuesta comprender que sean los únicos. ¿Qué pasa con los que tasaron el piso, con quienes les dieron una hipoteca por el 100% del valor? Han firmado, aunque creen que la deuda no debería ir más allá del inmueble. Por eso proponen que en España, como sucede en EEUU, se regule «la dación en pago»: el banco se queda solo con la casa y el moroso -que queda libre de deudas- deja de serlo.
Sin embargo, las entidades y el Gobierno, también el PP, opinan que una reforma que limite el alcance del embargo debilitaría aún más al sistema financiero, encarecería el crédito y dificultaría el acceso a la vivienda. En el 2011 se esperan 100.000 ejecuciones más. Un polvorín de gente sin hogar, a quienes les pueden hipotecar la vida entera.

"No podemos pensar dos veces con el mismo cerebro"

François Ansermet, psiquiatra del hospital de Ginebra: aúna psicoanálisis y ciencia

Victor-M Amela, Ima Sanchís, Lluís Amiguet

Foto: Àlex Garcia
Crear y destruir
Actuamos para lograr placer y ¿al tiempo¿ para evitar displacer. El mecanismo de la adicción nos guía: empezamos obrando por lograr placer y acabamos obrando para evitar el displacer que causa no obrar. Y al final del éxtasis, destruimos para poder obrar de nuevo. El goce creador exige instantes destructivos: ¡miren los filmes de Picasso pintando y tachando para poder volver a pintar! Ansermet cita la respuesta de Freud a Einstein, que le había pedido apoyo para la Sociedad de Naciones: ¿La paz es empeño vano, porque la guerra es la inevitable fase destructiva del genio humano¿. Freud anticipó así por qué la sociedad más culta de la historia se precipitó en la autodestrucción nazi
Qué cura nuestra mente: las palabras o las pastillas?


Los neurocientíficos creen que las palabras no curan y que el psicoanálisis es pura mitología y, a su vez, muchos psicoanalistas piensan que los neurocientíficos son incapaces de aceptar que cada mente es diferente,  porque ha tenido vivencias diversas y, por ello, las pastillas no sirven igual para todos.

¿Y ambos están de acuerdo en algo?
Hasta ahora, no, pero un neurocientífico, Pierre Magistretti, y yo, que soy psicoanalista, hemos diseñado un modelo que explica por qué las palabras de los psicoanalistas curan tanto como las pastillas.


Cuéntenos.
Cualquier experiencia modifica la sinapsis, la transferencia de información entre neuronas, y las palabras también son experiencia.


¿Cualquier vivencia cambia la mente?
Cualquier experiencia imprime en nuestro cerebro una nueva huella sináptica y, a su vez, al verbalizarla –otra experiencia– también la modificamos. De ese modo, las experiencias modelan nuestra mente y las palabras con que revivimos una experiencia la reescriben de una nueva manera en nuestra memoria. Por eso, no podemos pensar dos veces con el mismo cerebro... Pero la pregunta es: ¿cómo podemos cambiar a cada instante de cerebro sin dejar de ser toda nuestra vida nosotros mismos?


¿...?
Imagine que se hace usted una foto idéntica cada día a la misma hora en el mismo lugar.


Fácil.
Su foto de hoy será casi calcada a la de mañana y la de mañana a la de pasado mañana...


Sí...
... Pero si compara esa foto suya de hoy con la que se haga dentro de diez años, verá que su imagen ha cambiado muchísimo.


Espero que no tanto...
¡Igual le pasa a su cerebro! Por eso, por mucho que nuestra genética nos influya, cada uno de nosotros somos totalmente libres –el cerebro es nuevo– en cada decisión que tomamos. La libertad del hombre, por tanto, es más que irrenunciable: estamos determinados para no estar determinados.


¿El cerebro cambia y la identidad, no?
Así es, porque cada experiencia lo modifica sin que deje de ser él mismo. Es un proceso similar al del lenguaje que explica Saussure: cada hablante va transformando imperceptiblemente una lengua –que es un sistema, como el cerebro– al utilizarla a su modo en cada momento, de forma que nadie habla nunca el mismo idioma. Cada vez que hablamos, hablamos una lengua diferente.


Pero aun así nos vamos entendiendo.
Si usted escuchara a un hablante que utilizó su misma lengua hace 500 años ya no lo entendería igual y, sin embargo, es la misma lengua. La lengua que se habla hoy difiere muy poco de la que se hablará mañana y la de mañana de la de pasado mañana, pero la actual es muy diferente de la que se hablará dentro de 500 años, que, sin embargo, será casi igual que la del día anterior...


Cada vez que hablo una lengua es diferente y la misma.
¡Pues igual se modifica nuestro cerebro!


¿La sociedad o la genética no son también culpables de según qué crímenes?
El entorno, las vivencias anteriores y la genética influyen, pero no deciden por nadie. Yo soy yo y mis circunstancias, sí, y mi pasado: la historia nos atraviesa, vale, pero cada uno decide su propia historia en cada acto.


¿Y la memoria?
El fundamento del psicoanálisis es que se moldea, como todo el cerebro. Al evocar una vivencia y reinterpretarla la volvemos a inscribir en la memoria de forma diferente.


La memoria es un país en el que todos somos extranjeros.
Por eso, también somos plenamente responsables y capaces de decidir no sólo cada uno de nuestros actos, sino también cada uno de nuestros recuerdos: los moldeamos.


No podemos cambiar nuestro pasado, pero sí el modo en que lo recordamos.
Los resortes de la memoria están en nuestras manos. No podemos cambiar  los hechos, pero sí el modo en que los interpretamos y los recordamos, y por tanto cómo nos influyen. Podemos así modificar también cómo los sentimos y nos afectan, y así podemos mejorar: al entender nuestros porqués.


De ahí que las palabras curen.
No pueden cambiar lo que sucedió, pero sí el modo en que nos afecta lo que sucedió.


Damasio me dijo en La Contra que el cerebro actuaba anticipando el placer.
El cerebro anticipa el placer y por eso actuamos: nos gratifica con sustancias placenteras, pero, ojo, también anticipa el displacer.


No sé si le sigo.
Sigue el mecanismo de las adicciones: como el cerebro nunca es el mismo,  cada vez necesita más gratificación para seguir actuando. El drogadicto comienza tomando droga por placer y acaba tomándola para no sufrir el displacer del síndrome de abstinencia.


¿Nuestro cerebro hace lo mismo?
Y por eso al final del máximo placer está la destrucción. Ese mismo bucle  explica cómo al fin del placer de la creación está la destrucción de la propia obra, para poder seguir gratificándose al recrearla de nuevo.


Le intuyo, pero no sé si le entiendo.
Vea documentales de Picasso y verá cómo pintaba –exultante– y lo borraba –entusiasta– para poder volver a pintar algo totalmente distinto y así seguir gozando.